La mala cosecha de manzanas del año 2005, que provocó grandes pérdidas económicas, agudizó el ingenio de algunos agricultores. Es el caso de Joan Escolà, que decidió tatuar parte de sus manzanas.
Se pueden poner nombres o algún dibujo, cosas sencillas. El espacio es limitado
La Sagrada Família, la Seu de Lleida,
corazones, mariquitas o letreros de Feliz Navidad son algunos de los dibujos que plasma. Sus frutos dibujados ya se han usado, incluso, en anuncios. Pero Escolà está abierto a más, y puede grabar las manzanas al gusto del consumidor. "Pero con
seny. Se pueden poner nombres o algún dibujo, cosas sencillas. El espacio es limitado", puntualiza.
El proceso es delicado: cuando el fruto está verde se coloca una pegatina, que impide el paso de la luz, con el diseño que quiere plasmar. Una vez la manzana llega a su punto de madurez se retira el papel. Y ahí está el dibujo. El precio de cada manzana
tatuada le cuesta al consumidor
cerca de un euro. "Puede parecer caro, pero no lo es", asegura Escolà. Y añade que "están más ricas que las demás. Se agarran en el momento exacto, cuando están realmente maduras".
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