David Trueba: “Los electores se han acostumbrado a ser como los espectadores de televisión, acríticos”

  • El escritor y director de cine publica la novela 'El río baja sucio' (Siruela).
El escritor David Trueba, durante la entrevista.
El escritor David Trueba, durante la entrevista.
ELENA BUENAVISTA
El escritor David Trueba, durante la entrevista.

El escritor, periodista y director de cine David Trueba (50) publica El río baja sucio (Siruela), uno de sus certeros retratos vitales. Una novela sobre la amistad, la vida y el entorno con protagonistas muy jóvenes.

¿Narrar con los ojos de un niño ayuda a simplificar la realidad? Te obliga a una destilación, a cambiar tu propia mirada llena de prejuicios e ideas adquiridas. Es interesante, porque la mirada de un joven es muy pura, no tiene aún todos los valores que nosotros ya le hemos dado a la gente. En el libro hablo de la estigmatización, que nos hace incapaces de ver a la persona que hay detrás de lo que esta representa. Es bonito volver a la perspectiva de alguien que no tiene datos, que mira más la desnudez de las cosas y se hace preguntas. Preguntas incómodas que se parecen a cuando los padres comienzan a contestar a los porqués de los niños de 4 años: hay un momento muy agradable, pero de pronto se transforma en problemático. Empieza fácil, pero el libro se va desarrollando hacia un lugar en el que los adultos se quedan sin respuestas.

Y los adultos, en general, siempre pensamos mal. ¿Usted también? Somos desconfiados. En eso yo soy como los demás, tiendo a protegerme, pero suelo ser poco prejuicioso. Más bien tengo prejuicios contra mis prejuicios, que creo que es un ejercicio que todo el mundo debería hacer, cuestionarse a sí mismos, intentar darle la vuelta a lo que les resulte simpático o antipático por naturaleza. Es interesante también respecto a las noticias o los sucesos, con los que uno se posiciona inmediatamente y casi te diría que ideológicamente. Requiere cambiar la perspectiva. Suelo decir que si de algo sirviera el sistema judicial sería para decir ‘hoy estás entre los acusados y mañana estás entre las víctimas’. 

¿Cómo surgió la idea del libro? A partir de experiencias propias, sumadas a un nuevo orden. De pronto te das cuenta de que lugares de los que tenías un recuerdo idílico se han transformado en vertederos. Y empiezas a pensar en la gente que ha estado allí siempre, mientras que tú, a lo mejor, has ido dos veces en 15 años. En realidad, todo viene de un suceso concreto: estábamos vaciando una casa de mis padres y había un horrible cuadro de la última cena, el que sale en el libro. Yo dije que lo quería -"¿Para qué quieres una cosa tan horrible?", me dijeron-, porque llevaba tanto tiempo ahí que significaba muchas cosas; después descubrí que era un premio que había ganado mi hermana en el colegio. A partir de ahí empiezas a hilar, a pensar en cómo nos ven, a tejer una historia.

Es un proceso largo. Pasan años, porque estás siempre trabajando sobre otras cosas. Cuando la gente te pregunta si tienes algún proyecto, piensas: si supiera la cantidad de cosas que hay en este momento buscando su destino o cómo ser contadas... Hay un momento en el que se colocan, pero hasta entonces hay un proceso en el que se van acumulando muchas percepciones. La gente cree que te levantas una mañana y tienes una novela o una película, pero no es tanto así, es más complicado. Efectivamente, te levantas una mañana y hay algo nuevo, pero en mi caso hay un proceso largo de años hasta que eso se madura. Lo del cuadro te lo cuento porque el otro día me acordé: todo viene de ese momento en el que estás ahí, en la casa de vacaciones.

"Cuando te preguntan si tienes algún proyecto, piensas: si supiera la cantidad de cosas que hay buscando su destino..."

Con los recuerdos de otra época... Las vacaciones han cambiado, nosotros vivíamos una relación con la naturaleza un poco salvaje. Los chicos de 15 y 16 años la han descubierto ahora, después de serles negada; son mayoritariamente de ciudad y cuando van al campo tienen entretenimientos que no forman parte de la bicicleta, el río o las ranas, sino que tienen más que ver con el móvil y la consola. Están descubriendo que la naturaleza es la respuesta a todas las preguntas. De una manera torpe lo han asociado al ecologismo y el ser humano nunca va a ser un elemento ecológico, sino depredador, sin embargo, creo que quieren reconciliarse con ella. La gente que vivía en el campo, que no tenía muchas expectativas ni mucho conocimiento, encontraba en la naturaleza la respuesta a sus angustias y a eso que hemos dado en llamar el sentido de la vida.

En 'La guía del autoestopista galáctico' el sentido de la vida era el número 42. Sí, sí, como el algoritmo, cuando te dicen ‘no te preocupes, si ya hemos decidido por ti lo que te gusta, la película que vas a ver, el libro que vas a leer…’. Hay que rebelarse contra eso. Siempre que doy conferencias, para distender un poco el ambiente, cuento que todas las mañanas hago dos búsquedas falsas (en internet) para distraer a mi algoritmo y equivocarle la ruta. Es como si pusieras dos pistas falsas en tu vida para que no te sigan. Es muy saludable.

El escritor y director de cine, David Trueba.
David Trueba.
ELENA BUENAVISTA

No queda claro en el libro si la Semana Santa le gusta o no. Eso está bien. En mis libros y películas intento que la respuesta no venga nada por mí, porque al final es personal; hay que dejar hablar a los personajes. La Semana Santa es contradictoria, a todos hay algo que nos gusta y algo que nos repele en ella. Cuando uno se va de vacaciones y ve las noticias, es terrible ver tanta información sobre las procesiones y los pueblos. Pero a la vez siempre me han resultado muy ridículas las personas que cargan contra eso de una manera visceral. Es como el que dice ‘odio la Navidad’, que para muchos es un tiempo en el que se encuentra con la familia. La Semana Santa tiene algo muy unido a los pueblos, la gente vuelve a los lugares de origen y eso me interesa.

En su cine y sus libros destila sencillez. ¿Se considera un hombre sencillo? Creo que sí. A lo mejor soy alambicado intelectualmente, no compro fácilmente las argumentaciones que me hacen y trato de elaborar un cierto pensamiento crítico. Pero en la condición de vida cada vez soy más sencillo, me gustan los placeres sencillos y cada vez disfruto más de tener poco, de las cosas que me gustan. No soy acumulativo, no soy obsesivo y no te voy a decir que sea espartano, porque no lo soy, pero la gente me dice ‘¿por qué no tienes whatsapp?’. Y yo digo: porque ya tengo un móvil. No necesito tenerlo todo.

David Trueba, durante la entrevista.

david trueba

  • Escritor y director de cine. 1969, Madrid
Estudió Periodismo. Debutó como guionista en 'Amo tu cama rica' (1992); también firmó 'Two Much' o 'La niña de tus ojos'. En 1996 dirigió su primera cinta, 'La buena vida'. Con 'Vivir es fácil con los ojos cerrados' (2013) se llevó 6 goyas. Ha escrito seis novelas y artículos en prensa.

Observa mucho la política, ¿por qué no puede ser sencilla? El problema de la política es que en lugar de ser sencilla se ha hecho simple, que es lo contrario de la sencillez. La sencillez es el destilado de la esencia, sacarle a una cosa lo que tiene de nutritiva, y la simpleza es quedarte en la anécdota, en la corteza, en lo bobo. Veo que (los políticos) han optado por las ideas fáciles, repetidas y arquetípicas. Quizá porque el mundo se ha hecho audiovisual; las películas hacen simple lo complejo, pero en la política eso es difícil. Es también un problema de los electores: se han acostumbrado a ser como espectadores de televisión, acríticos, ven lo que les echen. Yo defiendo al espectador activo, creo que hay que hacer un viaje más exigente. Pero la simpleza es lo que cala. Los políticos son correctos, en general, todo el año, pero insultan en determinados momentos porque necesitan recordar a las vísceras que están ahí. Y eso es muy triste.

¿Qué le marcó siendo un adolescente? Seguramente, a los 12 años creo que fue, el enamoramiento. Parece una chorrada, porque la gente no es tan consciente de ese instante, pero me acuerdo exactamente del primer momento en mi vida en el que me enamoré. Las chicas estaban, pero era como eso que observamos en nuestros hijos: aún no me interesaban. Estaba tranquilamente, hice así [mueve la cabeza], vi algo y dije ‘ah’ [suspira]. No lo he olvidado. Y no sé si de ahí vienen todos los problemas.

¿Trauma infantil? Sí, por eso de que fue un antes y un después. En general, en la vida es todo es más fluido, pero ahí se produjo una ruptura. Y un poco antes de eso, la presencia de la muerte. Hubo una muerte en mi familia -yo tenía 9 años- y fue traumática por inesperada y por absurda. Esos recuerdos, no tanto del suceso como de lo que desencadenaron, han marcado mi vida.

El escritor David Trueba, durante la entrevista.
David Trueba
ELENA BUENAVISTA

Uno de sus personajes tilda de fascistas a los superhéroes. Lo dice un personaje adulto y quizá demasiado académico, con una visión del mundo muy cartesiana. Y, sin embargo, la reflexión no está mal traída. La invasión de la cultura popular de personajes que individualmente pueden resolver los problemas de todo el mundo es peligrosa como idea. Y si esa idea cala cultural y educativamente, provocará que la gente diga ‘necesitamos un nuevo mesías, un nuevo Gandhi, un nuevo Cristo’. Yo creo que no, necesitamos entender que el mundo es complejo, no que venga alguien a ponerlo todo en orden, porque el que viene a eso ya te digo yo cómo se llama: dictador. Eso ha pasado en el siglo XX y esperemos que no vuelva a pasar en el XXI. Aunque ya hay elecciones, incluso democráticas, que apuntan a esa búsqueda de un personaje resolutorio. Nada es definitivo.

¿El río sucio es una metáfora de las cosas feas de la vida? La Biblia dice que la vida es un largo río tranquilo y yo creo que es así. Es un río en el que discurrimos, pero sobre todo es nuestro entorno. Cuando vas avanzando descubres que en él desaguan muchísimas alcantarillas y tienes que emprender un nuevo rumbo. Al niño no lo debemos olvidar nunca. Antes hemos hablado de la mirada: el niño mira limpio, pero también se comporta con cierta limpieza. A los chicos les preparamos para un sentimiento puro y noble y luego les entregamos a un mundo impuro. Para sobrevivir tienen dos opciones: renunciar a todo lo que aprendieron, a sus ideales -si todo está corrupto, yo también-, o la observación personal -¿por qué me he dejado vencer?-. Ahí es donde yo creo que se puede volver, que las personas somos recuperables. Lo que no somos es perfectos.

"A los chicos les preparamos para un sentimiento puro y noble y luego les entregamos a un mundo impuro"

¿Cuándo volverá a la televisión? Me gustaría, pero hacer lo que tú quieres es costoso y tienes que convencer a mucha gente, encontrar medios. Tengo ofertas, pero a veces las que te hacen son demasiado previsibles o ya las ha hecho alguien. Y yo nunca he repetido las cosas que hago. Luego te topas también con la realidad de la industria y el negocio de las teles y las plataformas. Es encontrar el momento en el que tus intereses y los de ellos se cruzan y aprovecharlo.

El panorama también ha cambiado mucho. Está en un momento muy excitante. Tengo la sensación de que hay muchas maneras, muchos sitios y muchas oportunidades, pero hay una cierta obsesión por hacer lo mismo; necesitamos que la gente no trate de repetir lo que ya ha sido un éxito. Incluso ahora que hay tantísimas series, no hay ninguna tan buena como las de hace 15 años.

Alguna habrá. ¿Ni 'The Good Wife'? No hay un 'Los Soprano', un 'The Wire', un 'Larry David'. Ni siquiera hay un 'Seinfeld'. The Good Wife es perfecta en su terreno, como le pasa a otras, pero ahora las series son menos atrevidas y rupturistas. Compiten por un éxito y cuando haces eso empieza el cálculo. Hubo un momento en que eran más irresponsables. Si no exploras, no encuentras oro; y si vas a un lugar donde ya sabes que hay oro lo que hay son 20.000 personas sacándolo. Tienes que ir a buscar monte arriba, eso es lo que me falta. No digo que sean malas, al revés, el nivel medio es mucho mejor, pero no destacan por arriba. Me gustan algunas, pero encuentro una cierta frustración.

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