J.G.A., de 32 años, falleció en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza el 15 de enero de 2007 debido a una peritonitis por perforación del estómago, que no le fue diagnosticada en la primera visita médica un día antes.

El 14 de enero, el paciente vomitaba y presentaba, diarrea, dolor de abdomen y abundante sudor. El médico de urgencias que le atendió diagnosticó su dolencia como un cólico biliar. Durante el reconocimiento, según ha explicado la Asociación del Defensor del Paciente, se encontraba sentado, pues no podía respirar estando tumbado.

La asociación ha contado que el médico llamó a una Uvi-móvil, se le realizó un electrocardiograma y no se trasladó al paciente al hospital, aunque su familia lo pidió.

Al día siguiente acudió a su casa su médico de cabecera, confirmando el cólico biliar. Cuando llegó, el paciente continuaba dolorido y sudando .Tras marcharse el facultativo, el padre del paciente se presentó en la consulta del médico diciendo que su hijo no podía orinar, a lo que el médico contestó "que bebiera más agua", sin realizar otra prueba, "empecinándose en el diagnostico inicial", según el Defensor del Paciente.

Esa misma tarde, el paciente dejó de sentir las piernas. Una ambulancia lo trasladó al Hospital Miguel Servet. Llegó muerto, tras haber vomitado sangre y tras sufrir una parada cardiorrespiratoria. "Los médicos no se explicaban cómo podía llegar un paciente en tan mal estado", asegura el Defensor del Paciente.

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