«Buenos días, Rosarito. Mírame a ver si me ha tocado algo de la quiniela», le dice Rosa García. Cuando le preguntamos qué es lo mejor de vivir en su pueblo no duda: «Hay muy buenos vecinos y los conozco a todos. Lo peor es la carretera y el tráfico».

Consuelo Dondoño es colombiana. Casada con un murciano, vive en Nonduermas desde hace 12 años. «Yo vivo aquí muy a gusto. Me queda todo cerca: el consultorio, el hogar del pensionista, tenemos buen parque y la iglesia. Lo peor de Nonduermas es la suciedad y el ruido que forman por las noches las pandillas de los chavales».

Rosarito Sáez, la dueña de la librería, lo tiene claro: «Lo que falla en Nonduermas es la vía del tren, que divide al pueblo en dos y una zona está más desarrollada que la otra. También el cruce. La gente va muy rápido y se salta los semáforos. Es peligroso».

Con ella coinciden numerosos vecinos. «Esperamos que soterren pronto la vía del tren y que quiten el paso subterráneo. A mí me da miedo. Pasé un día por la noche y ya no vuelvo a cruzar más por ahí», explica Eugenia Moreno, una ama de casa.

Mientras, Eugenia recuerda cómo ha cambiado su pueblo. «Esto era antes el centro de todas las pedanías. Todos los vecinos de los alrededores se venían a pasear aquí. Había, incluso, hasta un cine. Ahora, no hay ambiente».

"En este lugar non duermas"

No está muy claro cuándo apareció el topónimo Nonduermas. La primera hipótesis habla de las limitaciones que estableció el Concejo murciano al paso de ganaderías, prohibiéndose el paso de ganados foráneos bajo multa. Ante tales sanciones se generalizó la frase de «non duermas en el lugar». Otra versión la relacionan con el peligro de pasar por el camino Hondo, advirtiéndose del riesgo con la frase «non duermas». La última tesis habla de la llegada de caballeros cristianos que fueron atacados por musulmanes mientras dormían.