Las heladerías también están sufriendo la crisis económica. La leche, la nata y los envases, sus principales materias primas, han incrementado su precio en los últimos meses.
Por ello, este verano comprar un helado en la ciudad supone gastarse entre un 5% y un 10% más que el pasado año, según las heladerías consultadas.
De esta manera, una tarrina cuesta ya entre 2,50 y 5 euros y un cucurucho entre 1,20 y 2,60 euros, en función del tamaño. Lo que supone unos 10 céntimos más que el año pasado.
«Ahora se compran más tarrinas pequeñas», cuenta a 20 minutos Antonio Parrilla Villar, dueño de las Heladerías Villar.
«Yo ahora gano menos porque la cosa está mal para todos, y no sería justo que cargáramos todo el peso en los clientes», asegura el dueño de la Fiorentina, quien subraya que la subida de la leche ha sido mucho mayor que la que reflejan sus productos, rondando el 30%.
Los empresarios del sector, en la mayoría de los casos, han preferido apretarse el cinturón y no arriesgarse a perder clientes en una época de gran negocio.
En cuanto a los sabores más demandados por los sevillanos, los heladeros destacan que se mantiene el liderazgo de clásicos como el turrón, el chocolate y el dulce de leche.
Aunque también son muchos, sobre todos los niños, los que se decantan por probar sabores como el helado de gominolas o de chicle.
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