La guerra del nudo Windsor

Sebastián en el Congreso. Zapatero recibe al boliviano Evo Morales, vestido con jersey. El japonés Koizumi, sin corbata.
Sebastián en el Congreso. Zapatero recibe al boliviano Evo Morales, vestido con jersey. El japonés Koizumi, sin corbata.
AGENCIAS
Sebastián en el Congreso. Zapatero recibe al boliviano Evo Morales, vestido con jersey. El japonés Koizumi, sin corbata.
Corría el año 2005. Por aquel entonces, en un remoto país de Oriente conocido como Japón, el aspecto informal del principal dirigente del país, nada menos que el primer ministro
Koizumi, abría el debate de
las corbatas: ¿por qué ponerse
una prenda decorativa que da calor cuando
gastamos tanta energía en evitar las altas temperaturas?

La pregunta se ha desplazado ahora, tres años después, llegando a otro reino en el límite occidental del Mediterráneo. Allí, dos miembros de un mismo clan, el de los socialistas, escenificaron en una sesión congresual sus diferencias: un viejo baluarte, llamado José Bono, le regaló una corbata a un nuevo valor del grupo, el ministro Miguel Sebastián, al haber acudido éste a un importante acto sin ella.

En respuesta, el ministro regaló a Bono un termómetro para concienciarle contra el abuso de los aparatos de frío, una política que ya había intentado su predecesor en el cargo. Encontró el apoyo de dos de los suyos: José Blanco y Celestino Corbacho. Dos regalos de gran valor simbólico que desataron la guerra del nudo Windsor, un choque entre el protocolo y el ahorro energético.

Un gesto simbólico

La memoria de Jauma Vendrell, director comercial de la corbatería Vendrell y Associats, se remonta a una anécdota del pasado para expresar su postura sobre este asunto: "En la primera reunión del Gobierno autonómico catalán, el de Tarradellas, muchos eran nuevos y no había nadie que fuese encorbatado. Fue el propio president el que la impuso para que se diese una imagen de Gobierno".

"Los políticos no son iconos de la moda", señala el artesano corbatero. "Pero cuando representan un cargo institucional se impone ir vestido formalmente".

No es nada más que una cuestión política, no tiene mucho que ver con el protocolo
María Dolores del Mar Sánchez, directora del
rebaja la temperatura del debate: "No es nada más que una cuestión política, no tiene mucho que ver con el protocolo".

Según esta experta, un ministro que en tiempos de crisis ha apostado por el ahorro energético ha querido lanzar un mensaje, exactamente el mismo cometido que tiene la corbata: "Son guiños hacia la gente de la calle. Está queriendo decir: nosotros también nos saltamos las normas con tal de ahorrar". Pero también advierte de una tendencia: "Todos los días hablan de que saltarse el protocolo está muy bien y está muy de moda. Cosas mayores veremos".

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