La alta calidad artística de los bailarines, que  aparte de bailar han de crear con el corazón en cada espectáculo.

 

 

Es algo vital. Y también lo es el carácter del bailarín, porque en escena no se puede esconder nada. No trabajamos con bailarines que no se toman en serio la danza. Somos fanáticos de nuestra profesión. Sólo una persona capaz de amar puede demostrar sentimientos en escena.

 

 

Hay influencias. Vivimos en el siglo XXI. Rusia ahora abre las puertas a todo el mundo y hay influencias de la danza contemporánea que nos visita del extranjero.

 

 

Nuestra escuela es tan fuerte que da al mundo muchos bailarines que han tenido que marchar fuera de Rusia pero que ahora vuelven.

 

 

Me gustaría hacer volar a los cisnes. Que el ballet conserve la base clásica, pero sea más  espectacular. Que los cisnes aterrizasen y se convirtieran en bailarines. Mi sueño es crear algo nuevo para que el espectador no se aburra.

 

 

Era un fanático de la danza. Tenía ganas de bailar mejor que todos. Ahora, como director, me he tranquilizado y estoy más satisfecho de mi trabajo.

 

*T. Tívoli. Casp, 9. (21.30h). Precio: de 18 a 25 euros.

 

 

(Rusia, 1953). Ha sido bailarín solista del Ballet Stanislasky de Moscú y del Ballet Stars of Moscow. Fundó el Ballet de Moscú en el año 1989.