Perfecto Cuadrado: "Pessoa nos desnuda, nos analiza y nos expresa"

  • Perfecto Cuadrado es el traductor del escritor y poeta Fernando Pessoa.
  • Nos da su visión de los textos del autor portugués.
Perfecto Cuadrado, el traductor de Pessoa.
Perfecto Cuadrado, el traductor de Pessoa.
20MINUTOS.ES
Perfecto Cuadrado, el traductor de Pessoa.

¿Su primer encuentro con Pessoa?

Cuando empezaba a estudiar de forma ‘oficial' portugués en la Universidad de Salamanca, al comienzo de los años setenta. Era un encuentro inevitable, porque si uno se acostumbra a ir por la vida en estado de disponibilidad absoluta, como decían los surrealistas, o sea, con la curiosidad infinita y la infinita capacidad de aprendizaje y de sorpresa del niño, del forastero, del enamorado, del poeta o del soñador, entonces aquello que buscamos necesariamente se nos acabará manifestando.

¿Por qué permanece la obra de Pessoa?

Porque nos interpela y nos desnuda, nos analiza y nos expresa, pone al descubierto nuestras contradicciones, debilidades y fracasos, explora, traduce y multiplica nuestros sueños y nuestros deseos, nos redime de nuestras ocultaciones y disimulos, nos dice cómo somos y, sobre todo, cómo desearíamos secretamente ser. De ahí su duradera permanencia.

¿Y la figura?

Lo que usted llama ‘figura' tiene que ver con la persona, pero sobre todo con el personaje, y ese personaje al final se acaba construyendo desde fuera y lejos de la persona que lo encarnó, lo construimos cada uno de nosotros para cada uno de nuestros momentos y necesidades, y así todos nos vamos reencarnando sucesivamente en cada uno de nuestros Pessoas haciendo que también perdure la referencia al molde original.

¿Cómo es el desasosiego de Pessoa que lo hace tan de todos?

Desasosiego, el de Pessoa y el nuestro, por la evidencia de las limitaciones del conocer y del decir, por la conciencia de la fragmentación del ser y del pensar, por el vértigo de un ser vividos por la vida sin un resquicio para poder vivirla realmente. Agua, realidad, conciencia, que se nos escurre entre los dedos de las manos, sensación inquietante de que no recuperaremos nunca el paraíso.

¿Somos náufragos como era Pessoa: «caridad con todos, intimidad con nadie»?

Quizá lo que más y mejor nos defina no sea nuestra común condición de náufragos, sino la de viajeros, y la angustia que nos define y nos hermana sea justamente la de la sensación del viaje interrumpido y la incesante llamada del mar que nos rodea y que se nos ofrece como territorio infinito para nuestra sed de misterio, de exploración y de aventura.

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