Fernando Torres aguó la fiesta a los alemanes residentes en Mallorca

  • Los alemanes de la isla se quedaron mudos con el resultado.
  • Los bares se llenaron de aficionados germanos.
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Desolación en los jugadores de Alemania.
Desolación en los jugadores de Alemania.
EFE
Desolación en los jugadores de Alemania.

La playa de El Arenal palmesano, cuna de acogida por excelencia de los turistas alemanes que visitan España, ha cambiado esta noche la alegría del verano por el silencio, los suspiros y las lágrimas de rabia, solapadas por el eco de la victoria española que se celebraba por todo lo alto a escasos metros de ellos.

Los turistas alemanes aguantaron el tipo hasta el final, apostados en sus bares y terrazas delante de los televisores y con sus indispensables cervezas en la mano, resistieron todo el partido, a pesar de que a medida que avanzaban los minutos, la fiesta se iba tornando un funeral.

Los cantos que acompañaron todo el inicio del encuentro se fueron agotando hasta enmudecer con el gol que Fernando Torres firmó para España.

Pero la esperanza fue también lo último que perdieron los germanos, que continuaron coreando canciones, bebiendo cerveza y celebrando lo que confiaban podía ser todavía una victoria.

El paseo de Playa de Palma, en la zona del Balneario 6, punto de encuentro oficial de los alemanes en la capital balear continuaba lleno de banderas, de grupos de jóvenes entusiasmados y parejas que paseaban como si la cosa no fuera con ellos, algunos incluso, decidieron optar por cenar, mirando el televisor, impasibles.

Dentro de los locales, alguno que otro perdía la paciencia, se recostaba con frustración sobre la mesa y protestaba con energía las jugadas de los españoles en el área germana y luego retornaba al silencio.

Quedaban escasos minutos para el final del partido, España tuvo de nuevo una clara ocasión de gol y los alemanes, enmudecidos, sostenían la mirada sobre las pantallas.

Fin de los cánticos

Con el pitido final del árbitro en la calle cesaron los cantos y algunos comenzaron a abandonar cabizbajos los bares.

"Esto está muy mal, es triste, ahora no puedo hablar, mejor dentro de un rato", comentaba uno de los aficionados germanos, que no obstante, aseguraba que esta noche habría fiesta igual.

Y es que una derrota, aunque sea en una final de la Eurocopa, no es excusa suficiente para amargar a nadie sus vacaciones

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