Amma ya puede jugar con la lluvia

  • Cientos de niños saharauis pasan sus vacaciones en Madrid con sus "otros padres" lejos de los campos de refugiados en Argelia.
  • Son más de 300, y llegaron el pasado 21 de junio.
  • El conflicto saharaui dura ya 32 años.
Mohamed y Amma, con sus familias españolas
Mohamed y Amma, con sus familias españolas
JORGE PARÍS
Mohamed y Amma, con sus familias españolas

«La primera noche que llegó nos sorprendió una tormenta de verano. Amma salió a la calle y se puso a jugar con el agua de los charcos. Le encanta la lluvia», explica emocionada Nandi Morales, la madre española de Amma.

Desde hace tres veranos, Amma Hamadi (9 años) y Mohamed Moolud (11) cambian el campo de refugiados del Sáhara, donde viven exiliados con su familia, por Alcalá de Henares, donde les esperan sus «otros padres», como ellos los llaman.

Choque cultural

Son sólo dos de los 395 niños que el pasado 21 de junio aterrizaron en Madrid para pasar aquí las vacaciones. Atrás dejan las jaimas de Tindouf (Argelia, cerca de la frontera con su país, Sáhara Occidental) y las ardientes arenas del desierto, que en esta época llegan fácilmente a los 50 grados de temperatura.

Ambos forman parte de un programa de acogida desarrollado por Femas Sahara, que tiene como objetivos principales mejorar la salud de los pequeños y concienciar a la población española sobre un conflicto, el del Sahara con Marruecos, que dura 32 años.

Mohammed y Amma no han tardado en aclimatarse a España, a pesar del choque cultural: «Los primeros días Amma no quería almorzar con nosotros. Allí, las mujeres comen separadas de los hombres», explica Rodrigo Caviedes, el padre de acogida de Amma. Pero en el resto de cosas son iguales que lo peques españoles. A él le encanta el fútbol (es del Real Madrid y sueña con ser como Casillas) y se chifla por las hamburguesas. Ella es un poco más tímida, pero muy cariñosa y, como Mohamed, no duda cuando se le pregunta qué es lo que más le gusta de Madrid: «¡Las piscinas!»

«Sin embargo, es más lo que recibimos de ellos. Mi familia está mucho más unida desde su llegada», dice Adela Miranda, la madre de acogida de Mohamed. «A mí también. Amma me ayudó a salir de mi depresión. Me volvió a dar la vida», afirma Nandi.

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