Osakidetza ofrecerá a todas las embarazadas una prueba para detectar si el feto nacerá con enfermedades congénitas. A esta prueba se le llama screening. No entraña riesgo ni en la madre ni en el hijo, y sirve para medir el riesgo de que el feto tenga una discapacidad, como síndrome de down, síndrome de edwards o disgeneisa gonadal.

El screening se realiza entre las semanas 11 y 13 de embarazo. Consiste en un análisis de sangre y una ecografía. A partir de esos datos, y teniendo en cuenta la edad de la madre, los médicos obtienen el porcentaje de riesgo de que el feto sufra una enfermedad congénita.

Si da un riesgo bajo, existe la casi certeza de que el niño será sano al nacer. Si el riesgo es alto, a la madre se le aconseja hacer la prueba de la amniocentesis. Ésta sirve para saber si el feto tiene una enfermedad congénita. En caso positivo, especifica cuál es (down, turner...). El problema es que casi un 1% de amniocentesis provoca la pérdida (muerte) del feto.

Osakidetza da así la posilibidad de que las madres conozcan si su hijo nacerá sano o con enfermedades congénitas. Si se da el segundo caso, la legislación vigente permite abortar. «El 98% de las madres que conocen que su hijo tiene una enfermedad congénita aborta», señala José Gurrea, ginecólogo de la Clínica Euskalduna. «Ahora bien, hay madres que no se hacen la prueba, por motivos éticos o religiosos», apunta.

La propagación de los abortos está reduciendo los nacimientos de niños con taras. En 1990 vinieron al mundo 291 bebés con enfermedades congénitas, y en 2005 bajaron a 273. El descenso se debe exclusivamente a las interrupciones voluntarias de embarazos.

Hasta la fecha, Osakidetza sólo hacía la prueba de amniocentesis a las mujeres mayores de 35 años, al entender que a partir de esa edad aumentaba el riesgo de que los niños nazcan con enfermedades congénitas.

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