Ceuta no padece desertización, según han apuntado desde Obimasa, aunque existen dos factores naturales del territorio local que favorecen la "erosión hídrica", como son las elevadas pendientes y el carácter torrencial de las precipitaciones. Esta corrosión del suelo ha aparecido en las cuencas de los arroyos del Renegado y del Infierno de forma que se han creado cárcavas, una forma grave de erosión provocada por actividades como la deforestación y la explotación agrícola.

La erosión de estos arroyos afecta a la capacidad de absorción del suelo y añade sedimentos a las corrientes de agua lo que, han advertido los técnicos, puede provocar problemas de colmatación en los embalses locales, de modo que la cantidad de restos sólidos que reciben puede colmar la capacidad de estos humedales, aunque no existen estudios al respecto.

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