Si una palabra define este primer año de coalición entre PSOE y BNG ésa es la movilización.
El curso político comenzó en septiembre con el botellón como asignatura pendiente y con las protestas de los vecinos de plaza del Humor y Ciudad Vieja en la calle exigiendo soluciones urgentes. La bomba de relojería estalló en forma de pancarta y silbato y la presión vecinal derivó en una ordenanza que, aunque no prohibirá beber, le dará al Gobierno local un arma para prohibir, a partir de julio, las concentraciones ruidosas de 22.00 a 8.00 horas.
La otra polémica se centra en Penamoa. Las tensas y masivas manifestaciones de Novo Mesoiro, Eirís, O Castrillón y Los Rosales se calmaron tras las reuniones con el alcalde, Javier Losada, y su compromiso de que los chabolistas no se trasladarán a esas zonas.
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