Con Viento a favor, su último trabajo, Alejandro Fernández muestra un espíritu optimista y renovador. Cercano a los ritmos caribeños, el nuevo disco del mexicano evoca fiesta, alegría e intensidad. Para la selección de los temas, entre los que no faltan sus baladas cantadas al amor, Alejandro ha escuchado más de 500 canciones y ha contado con la colaboración de diversos compositores, entre ellos, el colombiano Fonseca. El resultado es un disco tradicional en la forma e innovador en el fondo.

En las manos de un cantante prodigioso, los resultados son sensacionales. Con un sello decididamente charro, romántico y enamorado, Alejandro es un auténtico embajador de su patria. No podría ser de otra manera: el hombre lleva a México en la sangre y por eso, se ha especializado a lo largo de sus más de 15 años de carrera profesional en unir el fondo musical mexicano con el pop actual. Así, ha conseguido atraer al público joven hacia un género, el ranchero, del que su padre es un ilustre que se diluía en el olvido.

Con dos Grammys Latinos, dos Billboard y más de 15 millones de discos vendidos, Alejandro Fernández es uno de los referentes musicales en el México de hoy en día. Y su gira española, para la que ha vendido todas las localidades de Madrid, le confirma aquí como la gran estrella que es desde hace años en Latinoamérica. No en vano, artistas como Shakira han dicho de él que «es un músico muy talentoso».

Para hacerse una idea de lo gran artista que es él, sólo hay que recordar el concierto que ofreció el 20 de marzo de 2006 en la plaza del Zócalo de México Distrito Federal, la principal de la capital azteca y cargada de mucha simbología para sus ciudadanos, que congregó nada más y nada menos que a 175.000 personas. Fue un concierto que duró tres horas en las que Alejandro Fernández interpretó nada menos que 32 canciones, para terminar el recital agradeciéndole a Dios y a los asistentes su acogida.

Sus inicios

La de Alejandro Fernández es la historia del niño que, con 5 años, sube al escenario a cantar a lado de su padre, en un homenaje que Vicente Fernández recibió en Texas. El niño había ensayado su parte, pero la presión pudo con él y se equivocó. Cuando el pequeño rompió en llanto, el padre siguió cantando. El suceso redujo el interés del niño por ser cantante como su padre, y éste no insistió. Alejandro inició estudios de Arquitectura, pero años después, grabó un dueto con su padre, gustó mucho... y el resto ya es historia.