Un hombre que se pasó un par de años comiendo dos veces: una con la mujer y otra con la madre, para tenerlas contentas a las dos. Una señora que se dejaba la piel en la cocina para prepararle a su yerno sus platos preferidos y que siempre acababa frustrada porque él no sabía dar las gracias. Son dos de los casos que ha atendido el equipo de pedagogos valencianos liderados por Mar Sánchez Marchori desde 2003, cuando arrancaron de forma pionera en Valencia los talleres para que suegras, nueras y yernos no acaben tirándose de los pelos.
Se trabaja en grupos reducidos, de 15 personas, y normalmente basta con cuatro sesiones. "Lo ideal sería acudir en la fase anterior al matrimonio, no cuando surgen los conflictos", advierte la orientadora familiar cristiana Sánchez Marchori.
Desde su puesta en marcha hace cinco años, el número de asistentes ha crecido sin prisa pero sin pausa: "Tenemos cada vez mejor respuesta y lo que también hemos detectado es que cada vez hay más problemas con la familia de origen (la del marido o la mujer)". Acuden mayoritariamente mujeres (la edad media son 33 años pero han llegado a asistir señoras de 70), nunca se ha pasado por el aula un suegro, y normalmente no suelen juntarse nueras y suegras: "Lo ideal sería que acudieran las dos, pero no suele pasar", confiesa Mar Sánchez Marchori.
Además, está convencida de que las personas que asisten a sus talleres no son precisamente las que más pestes echan de la
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