Estaba invitada, pero Scarlett Johansson no acudió al
Festival de Cannes a presentar
negarse el estudio a satisfacer las exigencias de la estrella. De esta forma la actriz estadounidense, que vive en Nueva York, no pudo compartir focos con
Woody Allen y sus compañeras
Penélope Cruz y Rebecca Hall.
Javier Bardem tampoco acudió, aunque en este caso se esgrimieron
motivos familiares.
Las oficinas galas de Warner Bros, distribuidora de
Vicky Cristina Barcelona en Francia, negociaron durante semanas la presencia de Johansson en el Festival, sin conseguir llegar a un acuerdo.
Aunque estaban dispuestos a pagar vuelos, hotel y una limusina, la intención del estudio era que Scarlett
compartiese maquillador y peluquero con Cruz y Hall.
Sin embargo, la estrella de
Match Point exigió un maquillador para ella sola, al coste de
cinco mil euros al día. Demasiado, y más considerando que Scarlett habría permanecido cuatro días en la ciudad francesa.
Si su presencia era ya complicada con esas tarifas, se transformó en imposible cuando Johansson lanzó su última exigencia:
no quería permanecer en el mismo hotel que Woody Allen y las otras protagonistas, en el centro de Cannes, al preferir otro a cincuenta kilómetros donde podría tener "mayor tranquilidad".
La duplicidad de hoteles hubiese complicado sobremanera la agenda de tantas estrellas, con desplazamientos constantes para cumplir compromisos publicitarios y fiestas. Según parece Woody Allen fue el primero en
avergonzarse por el comportamiento de una de sus actrices fetiche, con la que ha rodado tres cintas en los últimos años.
La cinta, pese a la ausencia de Johansson en la proyección, obtuvo una buena respuesta por parte de la crítica presente en el Festival.
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