
La cremación, en lugar del enterramiento tradicional, es en la actualidad la opción elegida por la mayoría de las personas. Esta posibilidad es la preferida en Oriente y cada vez tiene más arraigo en los países occidentales. Sin embargo, no es buena para el medio ambiente debido a que emite a la atmósfera óxidos de carbono, dioxinas y otros contaminantes.
Pero hay otra opción. El diario Público informa de la nueva alternativa que estudia hoy en día la industria funeraria: la hidrólisis alcalina, que mantiene las ventajas de la cremación sin hacer daño al medio ambiente.
La técnica, tal y como señala el citado diario, consiste en introducir los restos mortales en un cilindro de acero a presión que vierte una mezcla de hidróxido de potasio y agua a 170ºC. El proceso dura cerca de dos horas y el único residuo sólido que queda es una matriz de fosfato cálcico procedente de los huesos y que conserva la forma del esqueleto. Pero al aplastarlo se disgrega y queda reducido a un montoncito de sal, que se puede entregar a los familiares.
Agua en lugar del fuego
'Resomation' es una de las empresas pioneras en este sistema y su director general, Sandy Sullivan, explica a Público que “la biocremación emplea agua en lugar de fuego; es una versión acelerada de la descomposición natural y produce ocho veces menos CO2 que la cremación con un tercio de la energía, sin emisiones de mercurio (los empastes quedan enteros en el polvo), neutraliza el líquido de embalsamar, destruye cualquier enfermedad (virus y bacterias) y devuelve al ecosistema sólo los bloques orgánicos elementales de la vida”.
Según Sullivan, “es nuevo como sistema de disposición humana”, aunque se trata de un método parecido “regulado por la UE para animales, sobre todo a raíz de la enfermedad de las vacas locas”. “Con respecto al uso humano, depende de la ley de cada país”, apunta.
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