Se reabre la vista para juzgar el asesinato de una anciana de Cádiz en 1998

  • El Tribunal Constitucional ordenó repetir el juicio por el Crimen de La Viña después de que un jurado popular absolviera a los dos acusados.
  • La familia no pudo hasta ahora personarse como acusación particular.
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El número 4 de la calle Paco Alba, donde fue acuchillada Dominga Ramírez, está hoy cerrado a cal y canto para los extraños. M. V.
El número 4 de la calle Paco Alba, donde fue acuchillada Dominga Ramírez, está hoy cerrado a cal y canto para los extraños. M. V.
M.V.
El número 4 de la calle Paco Alba, donde fue acuchillada Dominga Ramírez, está hoy cerrado a cal y canto para los extraños. M. V.

Ha sido una larga batalla de la familia de Dominga Ramírez, una anciana de 79 años que fue asesinada en su domicilio en la noche del 1 al 2 de octubre de 1998. Por defectos de procedimiento, no pudo personarse como acusación particular en el juicio en el que un jurado popular absolvió a los dos acusados por este llamado Crimen de La Viña, ambos vecinos de la finada.

La hija y la sobrina de Dominga Ramírez recurrieron la sentencia una instancia judicial tras otra hasta que el mismísimo Tribunal Constitucional en octubre del año pasado les dio la razón, reconoció el derecho a la tutela judicial efectiva de la acusación particular y ordenó repetir el juicio por este crimen no resuelto.

Hoy se reabre la vista oral en la Audiencia Provincial por el espeluznante suceso y el Ministerio Público, representado por la actual fiscal jefe de Cádiz, Ángeles Ayuso, reiterará su relato acusatorio sobre las personas de J. M. D. C. y su mujer, I. A. R., ambos con antecedentes penales, el primero consumidor habitual de cocaína y la segunda en situación laboral realmente precaria.

Dominga Ramírez vivía en un partido del número 4 de la calle Paco Alba de Cádiz, paredaño con el domicilio de los acusados. Tenía una pensión y solía salir de paseo bien arreglada todas las tardes, luciendo siempre algunas joyas bien visibles.

La acusación pública relata que, la referida noche, los dos acusados, entre y la una y media y las dos de la madrugada, aproximadamente, se acercaron sigilosamente por el oscuro pasillo a la vivienda de Dominga, y tras comprobar, levantando un poco la cortina interior de su puerta, que la anciana dormía ante el televisor encendido, sentada en su única butaca, pasaron al interior para, sin hacer ruido, coger su dinero y joyas.

Pero Dominga se despertó

Una vez los acusados estuvieron dentro de la vivienda, Dominga despertó, los vio y se levantó. Aquéllos, temerosos de ser denunciados porque la luz de la habitación estaba encendida y la anciana los conocía perfectamente, rápidamente la empujaron y tiraron sobre la cama, le taparon la cara fuertemente con un cojín para que no gritara y, hallando también a mano los tres cuchillos que Dominga tenía a la vista con más enseres de cocina, el hombre cogió uno de ellos y se lo clavó nueve veces y con mucha fuerza hasta matarla, no dejando ninguno de los dos de sujetar a la víctima hasta estar seguros de que estaba muerta.

Después arramplaron con todas las joyas y el dinero que pudieron encontrar en el cuerpo y en la casa de la víctima.

Continúa la Fiscalía que, al amanecer, la acusada, siendo su turno, limpió la parte del pasillo a la que daban su puerta y la de Dominga, a la siete de la mañana, siendo su costumbre limpiarlo mucho más tarde o dejarlo sin limpiar por falta de tiempo. Ese día lo hizo presuntamente tan temprano para asegurarse de que no quedaba ninguna mancha de sangre en el pasillo, y por el mismo motivo se deshizo del felpudo de la entrada de su vivienda.

El acusado entregó algunas de las joyas a un amigo, Antonio Martínez Sánchez, para que se las vendiera, lo cual éste hizo en medio de la vía pública a Guillermo Leal Pinto, quien después habría de entregárselas, el 14 de aquel mismo mes, a la Policía Nacional. Otras joyas fueron intervenidas en el registro domiciliario que se practicó ese mismo día en la vivienda de los acusados.

El Ministerio Público considera todos estos hechos constitutivos de un delito de asesinato, otro de robo con violencia y un tercero de allanamiento de morada.

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