Con un adoquín en la mano, el detenido se estaba dedicando a romper las cristaleras de cada comercio que se topaba. El de una inmobiliaria, el de una zapatería... Hasta que el estruendo organizado terminó por llamar la atención de unos agentes de la Policía Nacional que protagonizaban un operativo especial en un bar cercano.
La Policía no consiguió decomisar droga alguna ni tampoco detener a nadie por tráfico de drogas, pero sí que se llevaron esposado al borracho en cuestión que fue despedido con gritos e improperios por parte del vecindario, convertido en testigo accidental de los hechos.
Gracias a la rápida intervención de la Policía, el embriagado detenido no pudo ejecutar su última acción, romper el quinto escaparate al que iba dirigido su adoquín. Los propietarios de los establecimientos reclamarán ahora indemnizaciones por los daños económicos sufridos.
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