
Fue uno de los escándalos más sonados en un escenario con permiso del
pezongate de Janet Jackson. El
beso entre Madonna y Britney Spears en una entrega de los premios MTV
hizo correr ríos de tinta y constató, una vez más,
el dominio de espectáculo de la reina del pop.
Ayer, en París,
la Ciccone lo volvió a hacer. Ofrecía un concierto privado para unas 1.500 personas
en el teatro Olympia -algún español estaría por allí, ya que en la
nocturna venta del disco de la semana pasada
se sorteó un viaje para asistir-, y en un momento del show decidió
besar a una mujer desconocida.
Madonna
presentaba en Francia su nuevo disco,
Hard Candy, que salió a la venta el pasado 29 de abril. Un día después,
estuvo en Nueva York ofreciendo otro breve pase de poco más de media hora, por el que algunos fans llegaron a pagar
hasta 2.000 dólares. El próximo 11 de mayo le tocará a Londres.
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