Los terapeutas trabajan a fondo para recuperar psicológicamente a los hijos que Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten, mantuvo recluidos en el zulo junto a su hija y madre de los pequeños, Elisabeth.
Aunque será casi imposible lograrlo se está trabajando a marchas forzadas para hacer olvidar el tiempo que tuvieron que pasar en el calabozo y, sobre todo, para que los niños superen las fobias a las que se enfrentan actualmente.
Uno de los primeros pasos dados por los psicólogos ha sido regalar a los niños un acuario y un oso de peluche, para sustituir el pez y el juguete que Josef les permitió tener durante su reclusión, según publica The Sun.
Según el diario inglés, que cita fuentes hospitalarias, "Félix (el menor de los hermanos, de cinco años), pasa las horas abrazado al osito" mientras que a Stefan (de 18 años) se le ha regalado el acuario para intentar ayudarle.
Ni Elisabeth ni sus dos hijos pueden ser expuestos a la luz solar, ya que podría dañar seriamente su ya de por sí frágil salud.
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