La consulta tenía una relevancia especial, al ser la primera después de los ‘noes’ de Francia y Holanda hace apenas dos meses. Un rechazo que provocó una crisis en la UE, donde ya se daba por seguro que la Constitución nunca sería una realidad (necesita la ratificación de los 25 para su entrada en vigor). De hecho, los líderes de la UE decidieron en la cumbre de Bruselas de hace un mes abrir un periodo de reflexión y aplazar las consultas, dejando la puerta abierta a suspenderlas.
Un nuevo ‘no’ podría haber acabado definitivamente con el texto, entre otras cosas, porque Luxemburgo es uno de los socios fundadores de la UE y un país de fuerte tradición europeísta.
Del resultado dependía también el futuro político del primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, quien, antes de ceder la presidencia de la UE al Reino Unido, se comprometió a dimitir si ganaba el ‘no’.
Juncker, reforzado
Ahora, Juncker, de 51 años, y que lleva 11 años en el Gobierno, ha ganado su órdago y ha reforzado más aún su popularidad.
Aunque se trataba de un referéndum consultivo, el Parlamento luxemburgués se comprometió a respetar la voluntad de los electores.
El proceso
Ocho países han aplazado sus consultas sobre la Constitución: el Reino Unido, Dinamarca, Portugal, Suecia, Finlandia, Irlanda, República Checa y Polonia. Otros 13 la han ratificado: España y Luxemburgo en referéndum, y el resto, en el Parlamento (Lituania, Hungría, Eslovenia, Italia, Grecia, Austria, Eslovaquia, Alemania, Chipre, Letonia y Malta). El Parlamento estonio la aprobará en otoño y Bélgica, en cuanto se pronuncien las asambleas locales. Francia y Holanda dijeron no en referéndum.
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