En el siglo XVII, miles de toledanos acudían a la ermita de la Santísima Virgen del Valle para honrarla. En nuestros días, también. La tradición sigue y todos los primeros de mayo, los ciudadanos de la ciudad imperial acuden al Valle para celebrar la tradicional Romería de su virgen. La ocasión sirve también para pasar un magnífico día de sol y disfrutar de las mejores vistas de la ciudad.

En los últimos años, la ciudadanía se divide para celebrar estas fiestas. Los adultos prefieren pasear por las casetas, puestos y tenderetes colocados para la ocasión, además de disfrutar con las centenarias quínolas o las rifas, al tiempo que toman algo de limonada para acompañar las migas o la paella que gratuitamente pueden degustar.

Pequeño susto

Los más jóvenes, por su parte, aprovechan para pasar la noche anterior acampando en el valle y, de paso, beber algo de alcohol, a veces demasiado. De hecho, el susto de este año lo ha dado un joven con una alta tasa de alcohol en su cuerpo que ha caído desde nada menos que la roca del Rey Moro. Pero al final todo ha quedado en un simple susto, aunque el joven ha sido llevado al hospital.

Por cierto que esta milenaria roca recibe este curioso nombre por una leyenda, la cual narra el amor de un príncipe musulmán por la hija del rey moro. Tras intentar reconquistar Toledo en el año 1085 y sentado en este paraje, el príncipe finalmente perdió la vida. Insatisfecho, pidió a Alá seguir observando la ciudad y éste lo convirtió en piedra en esta atalaya.

Durante todo el día ha quedado cortada la carretera de circunvalación y sólo se ha podido acceder caminando, bien por uno de los puentes o bien cruzando el río con el barco del pasaje y subiendo luego la calzada romana. La tradicional procesión de la Virgen por el Valle, acompañada de cientos de ciudadanos, ha completado la jornada.

Familia y recuerdos imborrables para los más mayores y fiesta y bebida para los más jóvenes en este día festivo en Toledo. Y es que el sol sin duda ha ayudado a disfrutar de un magnífico día de campo, mientras que la Virgen del Valle, desde su Ermita y como todos los días, ha contemplado y vigilado la ciudad imperial desde su privilegiada posición.

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