Los hijos del 'monstruo de Amstetten' hablan con gruñidos y prefieren gatear

Amstetten, consternada, intenta volver a la normalidad (EFE / REUTERS).
Amstetten, consternada, intenta volver a la normalidad (EFE / REUTERS).
EFE / REUTERS
Amstetten, consternada, intenta volver a la normalidad (EFE / REUTERS).

Josef Fritzl, conocido como el 'monstruo de Amstetten', tenía un zulo de 60 metros cuadrados y cuatro habitaciones de apenas 1,7 metros de altura en el sótano de su casa. En él nacieron un total de siete hijos, resultado de las continuadas violaciones de Fritzl a su hija Elisabeth. La liberación ha descubierto a los niños todo un mundo nuevo, según han revelado algunos policías, sorprendidos ante la reacción de los menores ante cosas tan simples como un coche.

Según la página web del diario The Australian, los hijos de Fritzl hablan entre ellos con una especie de lenguaje privado que incluye gruñidos y balbuceos. Además, el menor de los niños, Félix, prefiere moverse gateando, pese a que sabe andar.

La prensa austríaca relata hoy los primeros momentos en libertad de los hijos encerrados y su primer viaje en automóvil hasta el centro para pacientes especiales de Amstetten-Mauer, a unos siete kilómetros de la ciudad. Al parecer, ninguno de ellos sabía que estaba secuestrado, pues su madre se lo ocultaba para intentar proporcionarles una sensación de normalidad.

Leopold Etz, uno de los inspectores de la policía que supervisa la investigación, cuenta que el pequeño Félix estaba fascinado por estar sentado por primera vez en su vida en un coche. "Qué bonito", habría dicho el niño, al que los médicos han descrito en los últimos días como alegre y vital.

Eso sí, tanto Félix como su hermano mayor Stefan, de 18 años, se asustaron por las luces que venían de los otros coches. "No conocen nada de todo esto. Para ellos todo es como si nosotros llegáramos de la luna", aseguró el agente en declaraciones al diario Österreich.

Según Etz, cuando los pequeños se encontraron con los policías que los liberaron se quedaron con la boca abierta, pues eran las primeras caras diferentes a las de su familia que habían visto nunca.

Atendidos por especialistas

Kerstin, la hermana mayor de los chicos, de 19 años, permanece todavía en estado grave en el hospital de Amstetten debido a una enfermedad desconocida, aunque los médicos no descartan que se trate de una infección contraída en el calabozo. Su enfermedad obligó a Fritzl a llevarla al hospital de Amstetten e hizo posible destapar toda la tragedia.

Elisabeth y sus hijos, los tres que estaban encerrados con ella y los otros tres que vivieron en la casa familiar, se encuentran reunidos con Rosmarie, la esposa de Josef Fritzl, en un sector separado de la clínica, donde son atendidos por un amplio grupo de especialistas.

Josef Fritzl, un jubilado técnico electricista, de 73 años, permanece aún detenido y vigilado las 24 horas del día.

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