El descubrimiento, basado en un estudio de seis años de duración sobre 9.000 chicos, respalda la teoría de que crecer con una mascota entrena al sistema inmune humano para ser menos sensible a posibles disparadores de condiciones alérgicas como el asma, el eccema y la fiebre del heno.
Se desconoce exactamente por qué sucedería esto, pero los científicos creen que los pequeños se beneficiarían con la exposición temprana a los gérmenes que los animales diseminan por la casa, contribuyendo al desarrollo de sus sistemas inmunológicos.
"Nuestros resultados muestran que la presencia de un perro en el hogar durante la infancia está relacionada con un nivel mucho menor de sensibilidad al polen y a los alergenos inhalables", señaló Joachim Heinrich, del Centro Nacional de Investigación en Salud Ambiental de Munich.
Sin embargo, no se observó el mismo efecto protector en los niños que tenían contacto con perros pero no vivían con ellos.
Estudios previos sugirieron que la exposición a mascotas protegería contra las alergias, pero muchas de esas investigaciones se basaron en cuestionarios retrospectivos realizados a los participantes.
El análisis de Heinrich, en cambio, fue diseñado antes de que se recolectaran los datos. Los expertos consideran que estos estudios prospectivos generan resultados más fiables.
Los padres de los niños analizados respondieron cuestionarios sobre posibles síntomas alérgicos de sus hijos, desde el nacimiento hasta los 6 años, y los expertos tomaron muestras de sangre en un tercio del grupo.
Los resultados del equipo fueron publicados en European Respiratory Journal.
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