Muchos gijoneses que viven cerca del parque Los Pericones (el más grande de la ciudad, con 175.000 metros cuadrados) ya no saben qué hacer con los jóvenes que cada fin de semana hacen botellón y consumen drogas allí.

La mayoría quedan en el parque para beber, pero una minoría «además se dedica a destrozar papeleras y contenedores y a llenar de pintadas todo el mobiliario urbano», asegura Rufino Gallegos, de la asociación de vecinos de Ceares.

Conscientes de que hay que buscar alternativas de ocio juvenil, este colectivo vecinal ya ha propuesto al Ayuntamiento que una parte del parque se use «como escenario para conciertos al aire libre».

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