Salvini y Di Maio, un año de desencuentros en su matrimonio de conveniencia para gobernar Italia

Vista de un mural que representa al líder del M5S, Luigi di Maio (i), besando al líder de la Liga Norte (LN), Matteo Salvini, en una calle en Roma (Italia).
Vista de un mural que representa al líder del M5S, Luigi di Maio (i), besando al líder de la Liga Norte (LN), Matteo Salvini, en una calle en Roma (Italia).
Massimo Percossi / EFE
Vista de un mural que representa al líder del M5S, Luigi di Maio (i), besando al líder de la Liga Norte (LN), Matteo Salvini, en una calle en Roma (Italia).

Las elecciones de marzo de 2018 en Italia dejaron dos nombres propios Luigi Di Maio y Matteo Salvini, dos recién llegados al siempre caótico panorama político italiano que lograron situar al populista Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la derecha radical de la Lega como las dos principales fuerzas políticas del país transalpino.

Poco parecía unir a estas dos formaciones, profundamente personalistas, más allá de su rechazo a las fuerzas políticas tradicionales y un euroescepticismo que tampoco se mostraba abiertamente partidario de la salida de Italia de la Unión Europea.

Ambos líderes hicieron entonces un remarcable ejercicio de pragmatismo y optaron en junio de 2018 por una fórmula inédita, eligiendo a un primer ministro de perfil bajo, el jurista Giuseppe Conte, y situándose ambos como vicepresidentes y verdadero poder en la sombra del Ejecutivo al que bautizaron "Gobierno del Cambio".

"Desde España se hizo una lectura equivocada de que la Lega es un partido de ultraderecha y que el M5S era algo así como Podemos o Syriza, pero realmente el M5S es un partido muy híbrido", declara Jorge del Palacio, profesor de Historia de las Ideas Políticas en la Universidad Rey Juan Carlos y codirector del libro 'Geografía del populismo'.

"Lo que tenían ambos partidos es un consenso muy sólido sobre la necesidad de, en un momento de crisis, suplantar a los partidos tradicionales", explica del Palacio.

Desde la formación del Ejecutivo en junio de 2018, Conte ha ejercido de mediador en los continuos desencuentros entre ambos políticos, pero Salvini ha demostrado mucha más pericia para sacar partido del estado de conflicto constante en el que ha vivido el Gobierno italiano durante más de un año.

El éxito de la Lega en las elecciones europeas de mayo fue el acicate definitivo para Salvini. Desde entonces, ha buscado la justificación para tumbar el matrimonio de conveniencia que selló con Di Maio el pasado verano para tratar de sacar rédito electoral del ascenso de apoyo hacia la Lega que reflejan los sondeos.

"Salvini ha sido muy inteligente a la hora de hacer que todos los días sobre la mesa aparezcan los temas propios del Ministerio de Interior: ley, orden y seguridad", declara del Palacio. "Salvini ha apostado a fondo con el tema de la inmigración consciente de que hay un consenso muy fuerte en italia contra la inmigración".

Las divergencias económicas

La política de bajada generalizada de impuestos de Salvini chocó desde el inicio con la voluntad de implementar políticas sociales por parte de Di Maio, entre ellas una renta básica.

Ambas voluntades quedaron plasmadas en unos presupuestos que aumentaban notablemente el déficit del Estado italiano y que estuvieron cerca de ser tumbados por Bruselas, pero lograron finalmente su visto bueno en diciembre.

"En la economía está la gran divergencia, donde son radicalmente contrarios. Pero ellos han operado con muchísimo pragmatismo y han puesto este tema en sordina para justificar el proyecto principal que era orillar a los partidos tradicionales y presentarse como un gobierno de alternativa", considera del Palacio.

Las crisis de la primavera

El teatro y el simbolismo son parte sustancial de la política italiana y el Gobierno Conte no ha sido una excepción. Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, de las que Salvini esperaba sacar, como así fue, un importante rédito, el líder de la Lega decidió no asistir a la tradicional celebración del 25 de abril que conmemora la liberación de Italia de régimen de Mussolini por parte de las fuerzas aliadas y los partisanos antifascistas italianos durante la Segunda Guerra Mundial.

Con Di Maio claramente superado en la batalla mediática por Salvini, la mejor baza de su formación pasaron a ser los importantes gobiernos municipales que ostenta desde 2016, especialmente Turín y Roma. Esta última fue el centro de otra controversia en el Ejecutivo presidido por Conte, cuando Salvini se negó a aprobar una financiación especial al endeudado ayuntamiento de la capital italiana a finales de abril.

La lucha por limpiar las instituciones fue una de las principales banderas del Movimiento 5 Estrellas desde su fundación. Si bien Salvini mostraba una cara renovada de la Lega, tras su llegada al poder de la formación en 2013, el partido -paradójicamente, el más antiguo del actual escenario político italiano- está históricamente vinculado a los gobiernos de Silvio Berlusconi, de los que formó parte en coalición.

La imputación del subsecretario de Transporte y miembro de la Lega, Armando Siri, y la tibia respuesta inicial de Salvini llevaron a Di Maio a acusar a su aliado de Gobierno de actuar como Berlusconi en los viejos tiempo. La crisis se zanjó finalmente con la salida de Siri del Ejecutivo en mayo.

La ley antiinmigración

A pesar de que el discurso contra la inmigración ha sido la gran bandera de Salvini, lo cierto es que es un punto en el que los dos compañeros de coalición no han mantenido tantas divergencias como cabría esperar.

"Quien ha abanderado la posición de la antiinmigración es Salvini, pero el M5S también ha coqueteado mucho con ese tema", explica del Palacio. "Las alcaldías de Roma, Turín o Livorno, el M5S las gana contra la izquierda movilizando con muchos temas que eran propios de la antiinmigración. No es un partido virgen en términos de política antiinmigración que de pronto se ha visto absorbido por un discurso que no quería".

No obstante, dentro del partido liderado por Di Maio, existían importantes divergencias en este asunto, como se demostró en la penúltima crisis antes del colapso final del Gobierno italiano, que fue también la última gran victoria de Salvini.

El pasado 5 de agosto, los senadores del M5S y la Lega lograron pasar una nueva ley que endurece las medidas antiinmigración y las multas contra las ONG que rescaten a náufragos en el Mediterráneo.

Cinco senadores de la formación de Di Maio sopesaron hasta el final oponerse a la ley, impidiendo así su tramitación y, muy probablemente, dando la estocada final al Gobierno. Sin embargo, finalmente optaron por la abstención y la ley, todo un símbolo para Salvini, logró ser aprobada. El líder de la Lega lo celebró en Twitter dando gracias "a los italianos y a la beata virgen María".

El tren de alta velocidad

Pero el Ejecutivo de Conte estaba condenado a la muerte desde las elecciones europeas y el casus belli elegido por Salvini para comenzar la confrontación definitiva ha sido el enquistado proyecto de construcción de un tren de alta velocidad que una Turín con Lyon, a través de los Alpes.

Esta obra faraónica lleva tres décadas sin lograr desbloquearse ante la fuerte oposición que despierta entre los ecologistas locales y la incapacidad de las sucesivas administraciones piamontesas para sacarlo adelante. En este caso, el Movimiento 5 Estrellas, que gobierna en Turín, se ha mostrado abiertamente contrario a la obra, lo que ha sido considerado inaceptable por Salvini.

"Hay que contar con el poder moderador que tiene la política. Cuando Salvini llegó al poder, la gente decía 'llega Mussolini', pero Salvini no ha tocado una coma de la constitución", explica del Palacio.

"Podría producirse una transformación en distintos sentidos, dependerá de si Salvini decide reconstruir el diálogo izquierda-derecha, llevándose el alma derecha del M5S, o si lo que quiere es montar un partido populista como el Frente Nacional francés, que orillase a un lado a la derecha tradicional y al otro a la izquierda tradicional", concluye el profesor.

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