La tasa de incidencia de mortalidad anual por este contaminante en la Comunidad es de 2,76 personas por cada 100.000 habitantes en riesgo, en una población con una edad de 30 años o más, sólo por detrás de Cantabria, con 3,28 por cada 100.000, Galicia, con 3,48 por cada 100.000, y Asturias, que, con una tasa de 8,37 por cada 100.000 habitantes en riesgo, es la región más afectada, según ha informado el Iidma en un comunicado remitido a Europa Press.

El informe 'Un oscuro panorama: las secuelas del carbón' del Iidma recoge que las probabilidades de fallecer debido a este problema de un habitante de Castilla y León en 2016 fueron un 3,6 veces más altas que las de un habitante de Baleares o 4,9 veces más elevadas que las de un habitante de Madrid, que fue la que registró la concentración más baja de partículas.

En España la principal fuente de contaminación atmosférica se encuentra en la quema de combustibles fósiles por los sectores energético, del transporte y de la industria, que emiten contaminantes como óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, o las partículas, todos ellos con efectos muy perjudiciales para la salud y el medio ambiente.

Las minas de carbón llevan cerradas desde finales de 2018 y en el último año la producción de electricidad con este combustible ha bajado a mínimos históricos, sin que la seguridad de suministro en España se viese afectada, lo que desde el Iidma han asegurado que prueba que el sistema eléctrico español tiene capacidad instalada suficiente para "no depender del carbón".

Aunque muchas centrales de carbón echarán el cierre antes de julio 2020, hay que asegurar que la capacidad de carbón se sustituye por energías renovables y no por otros combustibles fósiles, que acabarían "igualmente" generando "graves impactos" sobre la salud y el medio ambiente.

Las emisiones del carbón en toda España en 2016 se pueden relacionar, ente otros, con 560 muertes prematuras y 340 hospitalizaciones por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, además, el estudio señala la estrecha relación entre las emisiones de carbón y sus impactos, entre 2015 y 2016 se redujo en un 30 por ciento la producción de energía del carbón que se asoció con una disminución del 40,5 por ciento en los impactos sobre la salud asociados.

El estudio también desvela las "elevadas" pérdidas económicas asociadas a los impactos sobre la salud de la quema del carbón, que en 2016 alcanzaron un total de entre 686 y 1.308 millones de euros, costes que se pueden asociar a gastos sanitarios y a la reducción de productividad derivada del absentismo laboral: 122.131 días de trabajo perdido y 520.153 días de actividad restringida, cuando una persona no puede desarrollar su actividad habitual por problemas de salud.