El túnel de Recoletos, conocido popularmente como túnel de la risa, se empezó a planificar en los años 30 del siglo pasado pero no fue hasta 1967 cuando se puso en servicio. Desde entonces, se han realizado en la infraestructura trabajos de mantenimiento de diversa envergadura para paliar las incidencias que se iban presentando. Pero no fue hasta principios del pasado mes de junio cuando se inició la renovación completa del túnel de unos siete kilómetros que une las estaciones de Atocha y Chamartín, afectando a la circulación habitual de las líneas de Cercanías C1, C2, C7, C8 y C10, además de a trenes de media y larga distancia.

Los trabajos marchan en la actualidad según los plazos previstos, por lo que en apenas seis meses la infraestructura con mayor densidad de tráfico ferroviario de la red nacional —470 trenes y más de unos 200.000 viajeros diarios— estará en condiciones óptimas.

"Las obras no están sufriendo por ahora retrasos importantes aunque siempre te encuentras con imprevistos que no esperabas. La previsión es que el túnel pueda estar listo en noviembre a falta quizá de hacer algunos remates y trabajos de limpieza que no afectarían a la circulación", asegura a 20minutos durante una visita a los trabajos Abel Rajo, el máximo responsable de la obra por parte de Adif, la empresa pública dependiente de Fomento que gestiona las infraestructuras ferroviarias.

Las trabajos en el subsuelo del eje de Prado-Recoletos-Castellana servirán para sustituir la vía y la catenaria por otras de mayores prestaciones, además de para modernización los sistemas de señalización ferroviaria. En concreto, se desmontarán 15.000 metros de catenaria flexible de cobre que serán sustituidos por catenaria rígida mientras que para la nueva vía en placa que reemplazará a la vía sobre balasto y traviesas de madera se emplearán 30.000 metros de carril, 24.500 nuevas traviesas y se montarán 25 nuevos aparatos de vía.

"Es una obra importante y un gran desafío para nosotros, sobre todo por los plazos que se han marcado para una de las obras ferroviarias más importantes de los últimos años", afirma.

Estas actuaciones redundarán en beneficio de los sufridos viajeros al rebajar el número de incidencias —hubo 225 en el túnel entre 2014 y 2018, con una media de 28 trenes afectados y 316 minutos de retraso por suceso, según Adif— que se producen en un túnel clave para el buen funcionamiento del Cercanías madrileño.

"Cualquier incidencia en el túnel tiene una importante repercusión en el tráfico de las Cercanías de Madrid. Con la renovación de estas instalaciones se mejorará la fiabilidad, reduciendo notablemente la posibilidad de que se produzcan incidencias con la frecuencia que se daban», explica Rajo, quien añade que las obras servirán también para incrementar el confort en los usuarios durante sus respectivos trayectos: "La sensación que tendrán los viajeros en el tren será de mayor comodidad, como ya ocurre con el túnel de Sol".

Hasta este momento, los distintos operarios ya han realizado el desmontado y vaciado del túnel al completo, han ejecutado el hormigón de relleno en la mayoría de su trazado y se está avanzando en el hormigonado para la instalación de la vía en placa en una de las vías. Para el hormigonado destinado a la instalación de la nueva vía en placa se verterán unos 23.000 metros cúbicos de hormigón, con picos previstos de trabajo en los que entrarán en el túnel hasta 150 hormigoneras al día.

Adif y las diferentes empresas contratadas han movilizado para la ejecución de estas obras a un equipo humano de unas 120 personas que están trabajando en tres turnos todos los días de la semana. A ellos habría que sumar los transportistas de material o los conductores de las hormigoneras, entre otros.

En la reforma integral del túnel de Recoletos, una de las actuaciones más importantes de las recogidas en el Plan de Cercanías de Madrid, el Ministerio de Fomento invertirá algo más de 45 millones de euros —35 en la sustitución de la catenaria y la vía y 11,8 para modernizar la señalización—.