
Una de las cifras más llamativas es que el 20% de los inmigrantes, un porcentaje que se mantiene constante a lo largo de los años, dispone de menos de 10 metros cuadrados de vivienda. El informe, estructurado en diez bloques temáticos, ofrece otros datos de interés.
Retos ante el racismo
Europa, destino inalcanzable. En 2007 se certificó la muerte de 1.861 personas intentando alcanzar el continente (876 de camino a España), aunque SOS Racismo dice que la cifra es mucho mayor. Tratar de impedir la salida de los subsaharianos desde las cosas africanas supone una externalización de las fronteras.
Irregulares perpetuos. En 2007, según el estudio, había en España 500.000 irregulares sin ninguna posibilidad de legalizar su situación.
Menores desamparados. Según la ONG, en toda España se repiten las irregularidades en la tutela y protección que el Estado debería ofrecer a los menores no acompañados.
Discriminación gitana. Es el ejemplo «más flagrante» y más «profundamente asimilado» de discriminación, sobre todo en la educación.
Derechos atropellados. Además de los abusos laborales, la población inmigrante se enfrenta a un sistema educativo que, según la ONG, no responde a esta nueva realidad. El acceso a una vivienda digna es casi una utopía: el 20% vive en menos de 10 metros cuadrados y el 47% vive como inquilino realquilado.
Xenofobia verbal y pública. Crece el racismo social y, con la ayuda de los medios, el discurso de tópicos negativos contra los inmigrantes. La extrema derecha, además, ha ganado presencia pública.
Abuso de autoridad. SOS Racismo denuncia abusos, que quedan impunes, por parte de los cuerpos de seguridad.
El reto de la vivienda
Según un estudio de SOS Racismo, el 80% de las inmobiliaras de Bilbao se niega sistemáticamente a alquilar pisos a extranjeros obedeciendo órdenes de los dueños. Aunque no hay datos exactos de otras ciudades, esta situación se repite en toda España.
Un estudio de la Universidad Politécnica de Cataluña constató hace apenas dos semanas el alquiler de balcones para dormir por 180 euros. El uso de una ‘cama caliente’, que utilizan varias personas por turnos, puede llegar a alcanzar un precio de hasta los 200 euros.
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