Todos los días, a todas horas, en todas partes. La violencia machista no es indiferente a nadie. Y las confesiones de aquellas mujeres que lo han sufrido dejan un escalofrío en aquellos que las oyen, solo de imaginarlo ya cualquiera puede intuir cómo marca de por  vida.

La última en señalarlo ha sido la soprano Ainhoa Arteta, quien ha encarnado sobre las tablas a trágicos personajes femeninos como la Violetta de La traviata o la Tosca de la ópera homónima de Giacomo Puccini y en su interior tenía que lidiar con aquel recuerdo.

Lo ha revelado en el programa Retratos, que emite TVE y que presenta Isabel Gemio: fue violada cuando ella apenas contaba con 25 años y residía en EE UU, en la Gran Manzana.

La cantante lírica, natural de Tolosa (Guipúzcoa), se marchó allí por los estudios. Era 1990 y compaginaba sus clases en el célebre Actor's Sudio con un trabajo de niñera que le servía para mantenerse.

"Me sucedió en Nueva York al principio de estar allí estudiando la carrera", principia su narración la artista. "Fue cuando vivía en una zona que de día era el mercado de la carne y, de noche, el de las prostitutas, proxenetas y las drogas. Era un submundo tremendo y yo cada noche llegaba tarde porque estaba cuidando a una familia y a una niña", continúa.

Tras el contexto, su relato toma cada vez más los derroteros de la triste realidad. "Tuve un episodio muy fuerte en mi vida, que me marcó muchísimo, casi me matan. Ya no solo fue violarme, es que casi me matan", asegura Arteta.

La soprano, de 54 años y que acaba de casarse por cuarta vez el pasado 23 de junio en El Puerto de Santa María con oficial de la Armada Española y capitán de corbeta Matías Urrea tras tres años de noviazgo, confiesa que "un hombre me asaltó y me violó".

Además, recuerda que fue "el día que me daban mi primera ópera e iba a casa con la partitura de Clorinda", seguramente refiriéndose al personaje de la obra La Cenicienta, de Gioachino Rossini. "Me la tenía que aprender en cuatro días porque la tenía que debutar en Palm Beach", remarca.

"Al día siguiente, no tenía tiempo ni para hacer duelo ni para para pensar en lo que me había pasado. Obviamente", recalca, "la policía ya me había dicho que si no me habían matado podía estar contenta".

Para finalizar, Arteta tiene claro que es algo que te deja "marcada toda tu vida" y que cuando alguien se le acercaba, "por el mero hecho de acercarse", no lo soportaba.

"Un approach (acercamiento) hacia mí sexual, porque le gustara o por lo que fuera, era la cosa que más me podía repugnar, por lo que lo he rechazado de manera muy contundente y hasta con mala educación", desvela sobre las secuelas.