Es el arte de derrapar sobre cuatro ruedas. Se llama drifting y cada día gana más adeptos en nuestro país. Como si se tratara de una pista de patinaje, los seguidores de esta nueva moda usan carreteras abandonadas para buscar los límites de sus coches.
Es lo que ocurre a las afueras de la localidad de Santa Fe, donde las carreras se han convertido en algo habitual. El problema es cuando los conductores prefieren practicarlo en plena ciudad.
Los vecinos de la zona están cansados de que sus calles se conviertan en un circuito de carreras y derrapes cada fin de semana.
El ruido es el menor de los males, porque cualquier maniobra puede terminar en tragedia. "Van a toda velocidad y se saltan los ceda y los pasos de cebra", denuncian residentes de la zona.
Muchas de estas aventuras al volante acaban finalmente en Internet. En la red de redes vuelcan decenas de vídeos grabados desde el móvil que muestran como la atracción por la velocidad choca a diario con la seguridad en la carretera.
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