Cuando Yolanda Díaz llegó el viernes por la tarde a su vivienda, ubicada a unos 5 km del casco urbano de Cadalso de los Vidrios, el incendio que se había iniciado esa mañana en el vecino pueblo manchego de Almorox era perfectamente visible.

Los vecinos de las escasas viviendas de la zona, conocida como Las Mariscalas, estaban dirigiéndose al pueblo para tratar de recabar algún tipo de información sobre lo que estaba ocurriendo.

"Nos fuimos hacia el pueblo porque desde nuestra casa se ve todo el término municipal de Almonox y se veían tres pequeños fuegos", relata Díaz, de 55 años, que cuando llegó a Cadalso encontró el pueblo lleno de humo y con el incendio cada vez más cerca.

Ella y su marido optaron por regresar a su segunda vivienda y encontraron que su desvío, en el km 40 de la carretera M-507, seguía sin contar y sin presencia de bomberos, policía o protección civil, por lo que interpretaron que el camino era seguro.

Fue entonces cuando se encontraron de frente con el incendio. "A las 11 de la noche cuando bajamos, el camino no estaba cortado ni nada, y cuál fue nuestra sorpresa cuando nos encontramos con una bola de fuego. Nadie sabía que estábamos allí".

Al día siguiente, ante, la evidencia de que seguía habiendo focos activos, los vecinos volvieron a llamar al 112, desde donde se les aconsejó evacuar el lugar. «Si nos hubiésemos quedado, ese camino no tiene otra salida, es una ratonera», declara Díaz.

Otros vecinos de la zona también relatan que nadie acudió el viernes a evacuarlos de sus casas, a pesar de que el fuego acabó por arrasar buena parte de sus parcelas, lo que podría haber tenido consecuencias fatales si no hubieran decidido ellos mismos abandonar el lugar.

"Si nos hubiésemos quedado allí no sé lo que habría pasado, porque todo el perímetro de nuestra casa ardió", declara Yolanda Racionero, de 58 años, otra vecina de una vivienda ubicada también en Las Mariscalas. "No nos evacuaron en ningún momento ni tampoco fue nadie a apagarnos el fuego. Dejaron que se nos quemaran las casas y que se quemaran los animales"».

Los vecinos que tenían animales se vieron obligados a abrir las cancelas y dejarles una vía de escape ante la imposibilidad de evacuarlos o buscarles refugios improvisados, como los dos caballos que acabaron en casa de un jardín en una zona del pueblo no afectada por el fuego.

Jesús Yuste, exconcejal de Medioambiente y vecino de Cadalso estuvo mano a mano con los bomberos luchando contra el fuego durante todo el fin de semana. "Los bomberos, chapó, pero a la hora de organizar esto no se hizo bien", declara Yuste, que tuvo que participar en la evacuación apresurada del casco urbano cuando el fuego estaba a escasos metros de las casas.

"La descoordinación sobre dónde iban las fuerzas según las necesidad fue total. Desalojaron primero la urbanización de Entrepinos, aunque el fuego estaba a 3 o 4 km, mientras que el fuego estaba ya a unos metros de Cadalso", relata este vecino de 61 años.

Desde la Comunidad explican que la estrategia de evacuación se basa en los datos que da el personal y los mandos que están trabajando en la zona y los analistas que conocen la evolución de la dirección del viento.

"Yo entiendo el nerviosismo de los vecinos, pero a veces su evaluación no es la que hacen los profesionales. Si ellos ven que la zona, aunque se acerque el fuego, hay un perímetro suficiente, no se prioriza la evacuación frente a otras". explica Carlos Novillo, director de la Agencia de Seguridad y Emergencias de Madrid.

Finalmente, a pesar de los daños materiales, aún por determinar, el incendio no ha provocado víctimas mortales. El fuego fue controlado ayer a mediodía y los vecinos de Cadalso y Cenicientos que fueron desalojados pudieron regresar ayer a sus viviendas, aunque con precaución de la evolución del fuego.