Los hechos sucedieron el año pasado cuando dos agentes de la Policía Local investigaban un accidente de tráfico. Los policías entraron en una propiedad abierta en la que se hallaba el vehículo siniestrado que había sido movido del lugar del accidente lo que desató la ira del propietario de la finca y su hijo.

Enfadado porque no se le pidió permiso para entrar en su propiedad, cerró la puerta de la finca, colocó una cadena y la cerró para impedir que los agentes saliesen. Éstos tuvieron que avisar a sus compañeros que acudieron a la finca para cortar la cadena, momento en el que esta persona accedió a abrir el candado.

La Sala considera que este palentino es culpable de un delito de coacciones a la autoridad y califica su comportamiento de "rabieta infantil". Asimismo, rechaza el argumento de defensa propia porque los agentes iban perfectamente identificados y estaban desarrollando una investigación.

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