La nube nace a partir de un anillo gigante de 13x8 metros situado a más de cuatro metros de altura que emite vapor de agua. El anillo está cubierto con 22 placas de metal que generan un efecto espejo y que permite ver reflejado a los propios visitantes cuando pasan por debajo, el cielo, el vapor y el entorno del museo. Cerca de veinte operarios han trabajado desde la noche de este jueves para instalar la estructura.

Este anillo, que pesa 1.500 kilos, tiene el objetivo de generar un "abrazo atmosférico" al museo: "un espacio abierto envolvente que, por un lado, te invita a entrar en el museo y una vez dentro, te hace sentir protegido".

Así, la idea es que la lluvia que caiga sobre la explanada del IVAM transforme este espacio "poco habitable" en verano y que "incite al encuentro". Esto será posible ya que la lluvia tendrá horarios, que incluso podrían ser decididos en asamblea. "¿Quedamos para la lluvia de las cinco?", proponen desde Aranea.

La idea la ha trasladado uno de los miembros del colectivo Aranea, el arquitecto Francisco Leiva, quien ha explicado que en un principio, la idea era "traer un calendario cerrado" de las lluvias, pero que consideraron que la instalación constituía "una herramienta pública superinteresante", por lo que "no era cuestión de planearlo todo".

"Si la pieza funciona, ¿por qué no nos sentamos y nos planteamos decidir el tiempo que va a tocar en una 'asamblea de majaras' como decía Kortatu?", ha propuesto.

Así, consideran que con esta nube se genera una posibilidad de "definir el espacio público" a partir de la participación ciudadana. "Podemos decidir que llueva los sábados a las tres de la mañana para refrescarnos cuando volvamos de fiesta, por ejemplo", ha propuesto Leiva.

"UN GUIÑO A SER DIOS, UNA CRÍTICA EN SÍ MISMA"

'Sota el núvol de l'estiu' permite, aunque solo sea en unos cuantos metros cuadrados, "manipular la meteorología", por lo que desde Aranea, han planteado la intervención desde una perspectiva "lúdica".

"Nosotros queríamos trascender", ha señalado Leiva, que ha explicado que al principio, querían darle un carácter más "político" a la pieza. No obstante, ha explicado que desde el IVAM les sugirieron hacer un proyecto de carácter más "festivo", destinado al "disfrute del lugar".

Por eso esta nube es "un guiño a ser dios, es una crítica en sí misma". "Es la última fiesta, el mundo se acaba, pero nosotros estamos disfrutando aquí, bajo la nube", ha señalado Leiva, para quien la instalación debe "entenderse como una crítica" aunque "desde aquí no se va a cambiar el mundo". Es, por tanto, un espacio para "juntarse, reflexionar y disfrutar".

PRIMERA INSTALACIÓN DE ARANEA EN VALÈNCIA

Aranea, el colectivo detrás de esta instalación, es un grupo multidisciplinar alicantino formado hace 21 años que ha participado en muestras internacionales como la Bienal de Arquitectura de Venecia. Sus obras "se caracterizan por la creación de lugares que invitan al encuentro, una continua apuesta por la revitalización del espacio público".

Los componentes del equipo han destacado que es "muy emocionante" exponer su obra en el IVAM en el año en que el museo cumple 30 años: "Nosotros empezamos a estudiar en esta ciudad cuando se inauguraba un museo, que era este", ha explicado Leiva.

Además, el arquitecto ha explicado que su idea para la explanada del IVAM fue algo "inmediato". "Lo primero que pensamos fue en traer agua, pero no ha sido fácil. Cómo materializar esta nube no nos quedaba claro, por lo que ha habido dos cuestiones: la infraestructura de la nube, y cómo convertimos esto en un punto de encuentro", ha agregado.

El resultado final ayudará, según el director del museo, José Miguel G. Cortés, a hacer de la explanada un lugar "más polivalente" y a "humanizar un lugar inhóspito" mediante una "visión diferente".