Natalia de Molina y Greta Fernández: "El amor va con el alma, no con la bragueta"

  • 'Elisa y Marcela' es la película de Isabel Coixet y Netflix sobre la historia real de dos españolas que se amaron en el siglo XIX.
Greta Fernández y Natalia de Molina, en la exposición instalada en la Academia de Cine sobre 'Elisa y Marcela'.
Greta Fernández y Natalia de Molina, en la exposición instalada en la Academia de Cine sobre 'Elisa y Marcela'.
Samuel de Román
Greta Fernández y Natalia de Molina, en la exposición instalada en la Academia de Cine sobre 'Elisa y Marcela'.

Elisa y Marcela eran dos maestras que, siendo muy jóvenes, se enamoraron en la Galicia de 1885. Por entonces su relación estaba prohibida, así que Elisa se cortó el pelo y se vistió de hombre para hacerse pasar por novio de su amada y que pudieran casarse.

Una vez descubierto el engaño en su matrimonio, acabaron perseguidas y huyendo a Argentina. La historia real de estas dos mujeres ha sido llevada al cine con Elisa y Marcela, una película en blanco y negro de Netflix dirigida por Isabel Coixet. Hablamos con sus protagonistas, Natalia de Molina y Greta Fernández sobre la película, el amor y el miedo al qué dirán.

¿Conocían la historia antes de que les propusieran el papel?

Greta. No conocíamos la historia ninguna de las dos y siempre decimos que nos sorprendió no sólo no conocerla, sino que nadie cercano hubiera oído hablar de ella. En Galicia hay más gente que lo conoce, pero fuera de allí no... Yo leí el guión imaginándome haciéndolo yo y después fue cuando me di cuenta de que había pasado de verdad. Me pasó también durante el rodaje, que había momentos en los que decía, "esto pasó de verdad...". Es una historia que hace ilusión contar, que es importante, que puede ayudar a mucha gente, que puede liberar. Hacer una película que pueda ayudar no es muy común.

Natalia. Tradicionalmente la mujer ha sido invisible en la Historia, se conocen muy pocas mujeres relevantes, aunque siempre ha habido muchas, la mitad de la población, como mínimo. Quizá si hubieran sido dos varones sí se sabría que hubo un matrimonio homosexual que se casó por la iglesia. Pero eran dos mujeres, lesbianas y maestras, que tenían criterio, eran inteligentes y se salían de lo normal en la época. Todo eso fue un plus para que se insensibilizara.

¿No les pica la curiosidad de saber qué pasó con ellas?

Natalia. Nunca lo sabremos, me pica la curiosidad, pero sólo podremos imaginar.

Greta. Ojalá siguieran viviendo juntas y felices hasta que fueran felices.

¿Es distinto interpretar el amor con una persona de tu mismo sexo, tiene eso género?

Natalia. No, el amor no entiende de género, ni de idiomas, ni de fronteras, el amor es universal y no lo he trabajado de manera diferente. Ese es un sentimiento puro y eso va con la persona y con el alma, no con la bragueta.

Greta. Si no hay química no debe ser fácil interpretar el amor... nunca me lo he encontrado, trabajar toda una película con quien tuviera cero química. Nos entendimos muy bien Natalia y yo.

¿Cómo se trabaja esa confianza para las escenas íntimas?

Greta: No nos conocíamos de nada, no nos habíamos ni visto. Fue directamente el día del ensayo. Yo pensaba hoy es el día de esta escena... y de repente pasa y es una tontería, de repente era todo fácil. Se hizo con mucha comunicación y te sentías protegida. La mayoría de las personas en el set eran mujeres y siempre puede haber una mirada menos lasciva que en otros sets, que pasa, a veces pasa.

Natalia: Lo que me preocupaba más era que en esa escena se viera el amor, que es el momento en el que las dos pueden amarse y estar una junto a la otra, disfrutando.

¿Ayuda el blanco y negro a que se vea menos el sexo y más el sentimiento?

Greta. Alguien me dijo que con el blanco y negro las lágrimas no se ven tanto. Creo que con el blanco y negro las emociones son distintas. A mi me transporta a algo más romántico, antiguo.

Natalia. Es un plus para contar la historia, como las localizaciones.

¿Qué les ha sorprendido más al sumergirse en aquella época?

Natalia. Me impresionaba mucho la de capas de ropa que llevaban, pesaba un montón y la ropa interior. Iban muy tapadas, nunca era suficiente, llevaban muchas capas y sentías esa represión, esa claustrofobia en el cuerpo.

Greta. Sí, las bragas eran como culotes gigantes.

¿Viven estas películas como una forma de hacerles justicia a ellas?

Sí, totalmente.

¿Puede ser una forma de lanzar un mensaje?

Natalia. Es un honor que la película viaje por todo el globo y todo el mundo las conozca y se les de el sitio que merecen después de todo lo que pasaron, de todo lo que sufrieron. Hay que dejar constancia de que hace un siglo esto ya pasaba y de que a día de hoy aún hay países donde esto se persigue. Se ha avanzado en muchas cosas, pero últimamente la homofobia ha avanzado muchísimo. Pones la tele y ves que le han pegado una paliza a un chico o que en el colegio le insultan llamándole maricón o a una chica por ser lesbiana.

¿Estamos en una regresión? ¿Qué la provoca?

Natalia. Nosotros nos movemos en el ámbito de la cultura y a lo mejor la gente es un poco más abierta, pero luego hablas con gente que no pertenece a tu entorno y no piensan como tu.

Greta. A veces incluso en personas muy modernas encuentras cosas muy inculcadas dentro. En los hombres y en las mujeres. Hace poco estaba con un grupo de amigas súper abiertas, súper modernas y me decían que ellas lo entendían todo, pero que si su hermana les dijera que es lesbiana les sabría mal. Es que mi abuela me dice eso.

Natalia. Hay que decirles que tienen que ver la película. Han sido muchos siglos de represión, en los que la sexualidad era un tabú. Es sorprendente, pero desde Elisa y Marcela ha pasado un siglo pero seguimos igual en muchas cosas.

En Instagram son de las que se mojan, ¿no sienten la presión de lo políticamente correcto?

Greta. Espero que cada vez haya menos miedo, aunque a veces a mí también me pasa. Creo que es algo generacional. A mi padre yo creo le da más miedo decir su opinión política. A mi no. Y aún así a veces lo he pensado, ¿puedo cerrarme puertas si hago esto? Da miedo.

Natalia. Yo me planteo que da miedo, es como la censura....

Greta. ¿Tú dirías públicamente a qué partido político votas?

Natalia. No, pero es que tampoco lo haría en privado, quizá con mi familia.

Natalia. Pero cuando tu mensaje no hace daño a nadie, y es sobre la libertad, la diversidad o cosas que hacen bien, creo que no hay que tener filtro. Ahora, si tu mensaje es destructivo para alguien o para un colectivo, es mejor quedarse callado.

Greta. En Instagram hay cosas que sí permitidas, como bien vistas, temas como el animalismo o el vegetarianismo o sobre el LGTB, pero hay cosas que dan más miedo. Es un poco absurdo. Si hay una acción que aboga por los derechos sociales o de los trabajadores, po rejemplo, me parece importante también formar parte de eso.

Natalia. A veces pienso que hay actores que yo siempre he admirado y que son referentes y que siempre han dicho su opinión. Y para mi es importante porque han dicho cosas que han llegado y que en un momento dado a mi me han hecho sentir menos rara. Yo no voy a llegar a su nivel, pero si de repente algo que yo digo puede ayudar a alguien, ¿por qué no lo voy a decir?

¿Hay que tener tapujos a la hora de elegir papeles?

Natalia. Yo soy selectiva y tengo la suerte de poder serlo. Pero también es una cuestión instintiva, algo en el subconsciente que me dice "tengo que estar ahí". O cuando me da miedo, cuando eso pasa algo dentro me dice que tengo que meterme ahí. Pero hay cosas en las que no me veo o que tienen mensajes que no comparto por mi manera de entender el arte o la vida y no sería injusto para la película que yo lo hiciera sin estar convencida al cien por cien.

Greta. Completamente de acuerdo.

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