Luis Rojo, químico del CSIC: "No es viable nuestro nivel de vida sin plásticos, pero hay un abuso que gestionar"

El doctor en química e investigador del CSIC Luis Rojo.
El doctor en química e investigador del CSIC Luis Rojo.
20MINUTOS.ES
El doctor en química e investigador del CSIC Luis Rojo.

Ballenas muertas por la ingesta masiva de plástico, animales enredados en trampas mortales de estos materiales o una bolsa en la fosa de las Marianas, el abismo más profundo de la Tierra son algunas de las imágenes que han removido la conciencia de los consumidores y han reforzado la cruzada contra el abuso de estos productos. Una amenaza que provocará que, en 2050, el peso de los residuos plásticos que invaden los océanos sea superior al de peces que los pueblan.

Para evitar el colapso, la Unión Europea aprobó en marzo una normativa que prohíbe los plásticos de un solo uso a partir de 2021 y aumenta las exigencias de reciclaje en todos los países miembros. Con motivo del Día Mundial de los Océanos, 20minutos ha hablado con el doctor en Ciencias Químicas e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Luis Rojo sobre este tema.

Rojo, perteneciente al grupo de Biomateriales del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros del CSIC y con una amplia trayectoria en el sector público y privado, denuncia el abuso de muchos de estos materiales y la necesidad de acometer una gestión más eficiente de sus residuos, pero confía en que la senda es la adecuada.

¿Cuáles son las líneas principales para abordar el problema de los residuos plásticos?

Hay tres líneas de actuación esenciales. La primera es gestionar los residuos existentes, la segunda es reducir la producción de esos residuos para que la situación actual de contaminación mejore y la tercera y última es generar nuevos materiales que se descompongan de manera controlada, cuyos productos de degradación no sean tóxicos ni generen microplásticos u otros problemas ni se acumulen en el medio ambiente. Son tres ámbitos de actuación muy distintos que tienen que darse a la vez.

¿En qué dirección está trabajando el CSIC actualmente en este aspecto?

El CSIC ha querido dar respuesta a la demanda que existe en la actualidad para solucionar este problema y, desde una perspectiva muy multidisciplinar, ha puesto en marcha una plataforma, que se llama Susplast, con la que pretende reutilizar residuos plásticos para crear nuevos materiales con características especiales. Muchos grupos de trabajo de distintos ámbitos nos hemos unido para generar procesos de reciclado innovadores y metodologías para aprovechar los residuos urbanos y convertirlos en nuevos materiales.

¿Y estos avances llegan después al mundo empresarial?

La plataforma se creó hace apenas seis meses, pero existía mucho conocimiento previo de los grupos, y trabajar conjuntamente permitirá avanzar de modo más eficiente. Actualmente, distintos sistemas bacterianos convierten residuos en material, pero todavía no se ha trasladado a nivel industrial. A escala real todavía no se ha puesto en marcha. No obstante, está bastante avanzado y yo espero que para 2021, cuando tiene que aplicarse la normativa europea, todo esté a punto para dar el salto a escala industrial o semindustrial.

¿Y las instituciones hacen suficiente para reducir el uso de los plásticos?

La Unión Europea está liderando este cambio en un mundo globalizado, está dando pasos hacia adelante, como la aprobación de la normativa que prohíbe los plásticos de un solo uso a partir de 2021 y que se traspondrá en todos los Estados miembros. Muchas veces no se sincroniza de manera inmediata la respuesta de las instituciones con la demanda que existe por parte de la sociedad, pero estamos en la línea adecuada. En España, desde la creación del Ministerio para la Transición Ecológica, este tema ha tomado la dimensión que requería.

¿Podemos confiar únicamente en la creación de nuevos materiales que se degraden antes y mejor o debemos cambiar de costumbres respecto al uso de plásticos?

La solución no es desarrollar un material que tarde 30 años en degradarse, porque durante ese tiempo tendremos la misma situación. Además, la tasa de acumulación de residuos hace que el problema sea cada vez mayor. Incluso reduciendo el 70% de la vida de un material, si todo el esfuerzo lo ponemos en la degradación, la bola cada vez se hace más grande. El problema existe, convivimos con él y hay que gestionarlo.

¿Hay que renunciar, entonces, al plástico?

Actualmente es imposible mantener nuestra calidad de vida y nuestro nivel de desarrollo sin plásticos. Lo que ocurre es que se ha generado un abuso de ciertos materiales y una muy mala gestión de sus residuos. Hay que dejarle claro a la gente que esto consiste en optimizar los procesos, en no abusar, en reducir todo aquello que realmente no necesitamos y que todos demandemos una gestión eficiente y real de los residuos.

¿La gente está realmente concienciada de cuál es la situación y de la necesidad de tomar medidas y cambiar de hábitos?

Yo tengo la percepción de que sí, de que la sociedad es consciente del problema. Quizás falta un poco de empeño, falta que se incentive la iniciativa propia. A veces el ciudadano piensa que no puede hacer mucho a nivel individual, que sus actos no tienen una gran repercusión. Es ahí donde debemos incidir. Cada uno somos muy poquito, pero muchos millones de poquitos, al final, suman un todo. Es una lástima que, por poder hacer muy poco, no se haga nada.

¿Qué puede hacer cada uno a nivel individual?

En primer lugar, exigir a la Administración y a las instituciones que tomen medidas. Aparte de eso, podemos reducir el empleo de los plásticos de un solo uso, ya que el reciclaje y la reutilización son muy complejos técnicamente. Es posible prescindir de muchos de estos productos, que no nos aportan gran cosa, y eso ya reduce mucho el impacto. Además, debemos separar de manera correcta todos los residuos que generamos para facilitar su reciclaje.

¿Qué otras medidas podrían aplicarse para fomentar el compromiso de la gente con la eliminación de los plásticos y respeto del medio ambiente?

Yo creo que hace falta premiar al ciudadano y a las empresas que lo hacen bien, quizás mediante medidas fiscales. Debería estudiarse la fórmula, pero habría que recompensarlos de algún modo por hacer lo que es debido y separar y reciclar estos materiales. Si se premiasen estos comportamientos y el consumidor consiguiese un envase más barato o las compañías obtuviesen mayor rentabilidad, tanto unos como otros pondrían todo el empeño posible en reciclar adecuadamente.

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