Una semana después de las generales del 28-A, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ya puede hacerse una idea de los apoyos con los que contará de cara a su nueva investidura. En la ronda de contactos en Moncloa con los principales líderes políticos que ha concluido este martes, ha escuchado a los líderes del PP, Pablo Casado, y de Ciudadanos, Albert Rivera, asegurar que votarán en contra mientras que ha dado el primer paso hacia la investidura empezando a negociar con el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, la composición de la Mesa del Congreso.
Pero estos encuentros también han sido la ocasión para que, desde la competencia política, Sánchez y Casado recompongan unas relaciones que nunca fueron estrechas y se rompieron definitivamente en octubre del año pasado. Aunque el propósito de Moncloa era "normalizar relaciones" también con Rivera, hay más dudas de que esto haya sucedido con el líder de Ciudadanos, que tras su reunión de este martes ha hecho más hincapié en sus "discrepancias" con Sánchez -y también con Casado- que en acercar posturas después del veto que Cs trazó a Sánchez en campaña y a que el PSOE no pierda ocasión de tratar con displicencia al líder naranja.
Nada que ver con Iglesias, con quien Sánchez ayer repasó su colaboración de los últimos 10 meses y puso la base de una "voluntad renovada de cooperación y entendimiento". Si los resultados del 26-M ni las presiones que Podemos detecta en parte del PSOE a favor de un pacto con Cs no lo impide, desembocará en algún tipo de acuerdo para apoyar la investidura del hoy presidente en funciones.
En el fondo, Casado y Rivera mantienen las mismas discrepancias con Sánchez sobre Cataluña y economía, principalmente impuestos. La diferencia entre ambos en las reuniones de esta semana ha sido el tono, el del líder del PP más hacia el entendimiento institucional. El de Rivera, más tendente a prepararse el terreno para gobernar cuando caiga un eventual Ejecutivo del PSOE y Podemos y no exista más oposición que la Cs, ante el "desmoronamiento" que intuye en el PP.
Las diferencias entre Rivera y Casado con Sánchez han sido evidentes y abarcan cuestiones gestuales, duración de las reuniones y hasta el lugar elegido por la Secretaría de Comunicación para que comparecieran después ante la prensa. Sánchez y Casado conversaron durante una hora y 40 minutos en un encuentro "cordial, afable y fluido", según Moncloa. Con Rivera, no llegó a una hora de duración y en un tuit al final de la jornada de este martes Sánchez prefirió ahorrarse los calificativos.
Encuentro cordial con @pablocasado_ en #LaMoncloa. Iniciamos hoy una toma de contacto con el objetivo de trasladar una imagen de unión del país en los asuntos clave, reforzar la institucionalidad y normalizar las relaciones entre los líderes políticos. pic.twitter.com/bLTRWN3vMT
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) 6 de mayo de 2019
Hoy me he reunido en #LaMoncloa con @Albert_Rivera. Continuamos así la toma de contacto que iniciamos ayer con líderes políticos bajo el propósito de normalizar las relaciones institucionales y el diálogo político en nuestro país. pic.twitter.com/y8Lgq5gUyJ
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) 7 de mayo de 2019
Con Iglesias, de momento viento en popa tras una reunión "constructiva y positiva". Acordaron empezar a negociar la Mesa del Congreso como paso previo de un acuerdo de investidura que todavía se desconoce qué términos tendrá. Iglesias insiste en reclamar una presencia en el Ejecutivo "proporcional" a los resultados electorales de Unidas Podemos. Si se refiere a que haya ministros o si es suficiente con que haya independientes ajenos a la estructura del partido, es algo que de momento las leyes de la negociación no permiten descubrir. Sánchez, por su parte, insiste en que quiere seguir gobernando en solitario y con un gobierno en el que tengan cabida independientes progresistas de prestigio. Llegado el caso, esta podría ser la clave de un acuerdo sobre el que Iglesias este martes se mostró "optimista".
Reunión constructiva y positiva con Pedro Sánchez. Estamos de acuerdo en que deberemos trabajar juntos para encarar el futuro. Hay una mayoría social que nos lo está pidiendo. pic.twitter.com/L2R8szJ4Fk
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 7 de mayo de 2019
Acuerdo PSOE-Podemos
De los contactos entre PSOE y Podemos habrá que ver si confirman la hipótesis de Rivera, que habrá un Gobierno con ministros del partido morado. Este martes, el líder de Cs fue más allá al dar "por hecho" que ya lo tienen cerrado y que no harán público hasta después de las elecciones del 26 de mayo. También habrá que ver si se confirma que Sánchez no responde a la reclamación que le hizo Casado este lunes para que no pacte ni con independentistas catalanes ni con el PNV, porque ningún está "por la unidad de España". Con una indudable lectura interna por la pugna por el centro-derecha, Casado trató de echar a Rivera a los brazos de Sánchez al apuntar que entendería que otros partidos que respetan la Constitución sí lo hicieran.
La opción de un acuerdo con Ciudadanos, por tanto, no parece factible de momento. Ni el PSOE ni los de Rivera parecen tener ninguna intención y la sintonía de la que hicieron gala Sánchez e Iglesias apunta a que los tiros van por otro lado. Es más, el partido naranja afea a Casado que se niegue a abstenerse y pretenda que lo haga Rivera. Por otra parte, Sánchez no parece tener problema ninguno en pedir el apoyo del PNV para poder formar el Gobierno en solitario, "monocolor" -sin Podemos- que él desea. Sin embargo, el "no" que le han adelantado PP y Ciudadanos a su investidura, unido al de los 25 diputados de Vox, obligará a Sánchez a buscar votos a favor más allá de Podemos y PNV, en el terreno de los independentistas catalanes que le han demostrado que "no son de fiar".
Aunque el intento de Moncloa ha sido que quedara claro que se trataba solo de "reflexionar" sobre la situación política a la que han dado lugar las generales del 28-A, el reflejo público de las tres reuniones no ha tardado en virar hacia una sesión de investidura que el Ejecutivo cuenta con que pueda celebrarse en torno al 20 de junio. Es más, en el tercer y último encuentro, no se oculta que Sánchez llegó con Iglesias a una conclusión que supera el mero análisis de los acontecimientos, cuando ambos dieron mandato a sus respectivas portavoces parlamentarias para que busquen un acuerdo sobre la Mesa del Congreso.
Además, esta primera ronda de contactos, que no se repetirá al menos hasta después de la constitución de las Cortes, el 21 de mayo, ha servido para ubicar la posición que piensan ocupar Casado, Rivera e Iglesias en los próximos años.
Pugna Casado-Rivera
Tras el 28-A y ante el 26-M, todos los políticos intentan situarse en la parte del mapa que más responde a sus intereses. Lo hacen Sánchez e Iglesias afianzando su alianza como socios prioritarios y también Casado y Rivera, en este caso, en su competición por el espectro de centro-derecha. La diferencia de nueve escaños que separan los 66 del PP y los 57 de Ciudadanos tras el 28-A ha llevado a Rivera a elevar el tono contra Casado, a quien pretende disputar el título de líder de la oposición que la aritmética dio al PP, el segundo partido más votado por detrás del PSOE.
En caso del presidente, se daba también la circunstancia de que hasta esta semana mantenía rotos los contactos con dos de los tres políticos a los que considera principales interlocutores, Casado y Rivera. Con el primero llevaba un año sin reunirse. Con el segundo, dos.
Retomar relaciones con Casado
Con Casado ha sido la segunda reunión entre Sánchez y el líder del PP desde la que mantuvieron en agosto del año pasado nada más llegar ambos al Gobierno y a la cabeza del PP. Tres meses después, el presidente dio por rotas su relaciones con Casado cuando éste le acusó de ser "responsable" del golpe de Estado que, en su opinión, se ha dado en Cataluña. Este lunes, Sánchez reservó para Casado la primera de las tres citas y le dio un lugar preferente, al reservarle un solo día y asignarle la sala de prensa principal de La Moncloa para hacer declaraciones al término del encuentro, tal y como dictan los "usos" para el líder de la oposición.
Casado acudió a Moncloa tras el giro al centro decretado en el PP después del batacazo electoral con un tono mucho más cordial del acostumbrado. Avanzó a Sánchez que hará una oposición "fuerte, firme pero responsable", que será "frontal" si se apoya en ERC, JxCat o PNV. Sin embargo, como muestra del cambio de tono, renunció a exigir a Sánchez su mantra durante una campaña en la que ha acusado al presidente de pactar con quienes quieren "liquidar" España. No le pidió que vuelva a aplicar el 155 en Cataluña y prefirió centrarse en otras cuestiones que preocupan a los ciudadanos, abriendo margen de entendimiento en cuestiones relacionadas con violencia de género o pensiones.
Casado, que hace unos meses llamó "felón" a Sánchez por aceptar la figura de un relator en los contactos políticos con los independentistas, quitó hierro este lunes a las palabras gruesas que se ha intercambiado con Sánchez en los últimos tiempos, que, apuntó, nunca pasaron al terreno personal. "Yo no tengo enemigos, sino adversarios políticos", aseguró, antes de reconocer el "compromiso" que tanto PP como PSOE han tenido a lo largo de los años para luchar contra quienes están en contra de la unidad de España.
A partir de ahora, Sánchez y Casado "mantendrán encuentros regulares" y una "comunicación permanente" sobre Cataluña, la misma que tendrán Sánchez y Rivera sobre una cuestión, Cataluña, que a diferencia del líder del PP, Rivera sí ha subrayado este martes que es su "principal discrepancia" con el presidente del Gobierno.
Corta reunión con Rivera
Hacía dos años que Sánchez y Rivera no se reunían y el encuentro de este martes no ha durado ni una hora. Rivera le ha trasladado su "firme posición y voluntad de liderar la oposición firme para controlar y vigilar a este Gobierno que se va a formar entre el PSOE y Podemos, pero también leal y con sentido de Estado". En la rueda de prensa posterior, ha empleado mucho más tiempo en subrayar sus "discrepancias" con Sánchez y con el Gobierno que está seguro que formará con Podemos, sobre todo en Cataluña y en impuestos. Ante eso y frente a un PP "en descomposición", se ha reivindicado como la única oposición que puede ser una alternativa para que "venza España" cuando termine el Gobierno de Sánchez, que ha dicho que no se sabe cuánto durará.
Si Casado no sacó a Sánchez la exigencia del 155, Rivera ha ofrecido al presidente los seis senadores de Ciudadanos se unan a la mayoría absoluta del PSOE en el Senado, si "cambia de criterio" y decide iniciar los trámites para un nuevo 155 en Cataluña, enviando un requirimiento a su presidente, Quim Torra, para que "cumpla la Constitución".
Oferta de pactos
Casado y Rivera sí han coincidido en ofrecer pactos a Sánchez. Él primero ve margen para trabajar con el presidente en ámbitos como el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, Defensa o el Pacto de Toledo sobre pensiones. Por su parte, Rivera ha llegado a Moncloa con cuatro propuestas de pacto de Estado, aunque no prevé negociar con el Gobierno sino en el Parlamento. Son sobre Educación, despoblación, inmigración y seguridad y lucha contra el terrorismo. Sánchez ha recogido el guante sobre migraciones y despoblación, uno de los dos aspectos en los que fuentes de Moncloa han afirmado que habrá colaboración. No han citado el ámbito de la educación o del terrorismo en una futura colaboración, pero sí transición ecológica, ciencia y energía.
Las elecciones de mayo abrirán un nuevo escenario en el que los partidos, particularmente el PSOE, dan por hecho que puede haber cambios de posturas entre ellos si de ello depende la formación de gobiernos autonómicos o en las grandes ciudades. Es algo que ni propios ni ajenos esperan en el PP, pero que no se descarta en Ciudadanos, que previsiblemente tendrá posibilidades de gobernar en algunos territorios y necesitará el apoyo del PSOE.
De momento, Rivera ha negado este martes que vaya a cambiar su negativa a apoyar la investidura de Sánchez a cambio de un eventual apoyo de los socialistas en otras plazas. "España no es un álbum de cromos", ha advertido y se ha limitado a decir que Ciudadanos "sale a ganar" el 26 de mayo.
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