Iconografía ácida de lo ramplón

La baja cultura y la denuncia se alían en la sala Alcalá 31 de Madrid, hasta mayo, con la exposición 'Esculturismos'
Obra de Adrián Tranquilli para la exposición 'Esculturismos'
Obra de Adrián Tranquilli para la exposición 'Esculturismos'
Obra de Adrián Tranquilli para la exposición 'Esculturismos'

«Esculturismo (m. coloq.): Movimiento plástico que parte de un referente popular y llega donde más duele». No lo dice la RAE ni Summa Artis, sino Peio Hernández Riaño, historiador del arte, periodista, crítico, ex jefe de redacción de Calle 20 –donde anticipó con un reportaje esta idea (ver n.º 4)– y ahora comisario de una colectiva con la que pretende «desmontar la representación heroica y los valores de la escultura tradicional», explica.

Ha llegado el momento de la «contraescultura», con su «universo pop, posmoderno y próximo». Sin epopeyas ni trascendencia, con desenfado pero sin vacuidad: «La trampa está en la ironía», que pasa por la descontextualización y por la mutación formal y esencial de la escultura.

«Esculturismos alude a la cultura de lo ramplón». Es un movimiento que «trabaja con materiales poco nobles –como la fibra de vidrio, el plástico, el poliéster y las resinas–», que «parte de la imagen comercial y del ídolo masivo» y que los lleva «a situaciones para las que no fueron concebidos». Su resultado divierte a la vez que retumba en las conciencias, son «iconos ácidos».

Diez esculturistas

Adrian Tranquilli, Eugenio Merino, Mateo Maté, Gilles Barbier, Bruno Peinado, Virginia Barré, Enrique Marty, Bene Bergado, Jorge Perianes, Tony Matelli, Oscar Seco y Chus García-Fraile son los once esculturistas que protagonizan la muestra con diez obras, en su mayoría creadas ex profeso en el último año.

Chus García propone la obra con un sentido más estético, una serie de contenedores que forman un pantone; Adrian Tranquilli «desmitificará aquello que tenemos en un altar» con su humanización del superhéroe y la superheroinización del ser humano; Enrique Marty se enfrentará a un fondo doloroso a partir de una inspiración infantil; Eugenio Merino , en un guiño a los Monthy Python y al mundo al revés, exhibirá a George Bush haciendo yoga...

«En casi todos los casos hay una intención de molestar. Más que el arte por el arte, es el arte por la denuncia», explica Peio Hernández, y advierte de que esta muestra «no es amable. Para eso están los espacios públicos».

Madrid / Alcalá 31 / Del 16 de abril al 18 de mayo / www.madrid.org

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