Chillida Leku: el gran sueño de Eduardo Chillida ya es otra vez realidad

  • El museo dedicado a la obra del escultor donostiarra reabre sus puertas tras nueve años cerrado.
  • "Representa el amor que tenía a su tierra y el respeto por la naturaleza", dice su directora Mireia Massagué.
Detalle de Arco de la libertad con el caserío Zabalaga al fondo ©Zabalaga Leku. San Sebastián, VEGAP, 2019. Sucesión Chillida y Hauser & Wirth. Foto Iñigo Santiago.
Detalle de Arco de la libertad con el caserío Zabalaga al fondo ©Zabalaga Leku. San Sebastián, VEGAP, 2019. Sucesión Chillida y Hauser & Wirth. Foto Iñigo Santiago.
IÑIGO SANTIAGO
Detalle de Arco de la libertad con el caserío Zabalaga al fondo ©Zabalaga Leku. San Sebastián, VEGAP, 2019. Sucesión Chillida y Hauser & Wirth. Foto Iñigo Santiago.

Existió en Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) una clara voluntad por enraizarse a su tierra y convertir ese profundo amor a su patria en algo universal, al alcance de todos. Solía decir, por ejemplo: "yo no tengo que llevar boina para ser vasco, pero lo que hago tiene que ser vasco" y se comparaba, además, con un árbol "con las raíces en su lugar pero las ramas abiertas al mundo".

Fiel a estas creencias, en los años 80 adquiría, junto a su mujer Pilar Belzunce, el caserío de Zabalaga (una construcción tradicional vasca del siglo XVI) y sus terrenos adyacentes, que ocupan 11 hectáreas. A él dedicaría sus últimos años, en un arduo trabajo de restauración y acondicionamiento que se prolongaría a lo largo de 15 años. Dos años antes de morir, vería cumplido su sueño. Nacía Chillida Leku ("leku" es lugar en euskera): al que él consideraría el hogar de sus obras.

"Era amigo de todos los grandes arquitectos del mundo (de hecho, el propio Chillida estudiaría Arquitectura en su juventud para abandonar la carrera poco después). Cualquiera le hubiera hecho ese edificio que él buscaba para sus obras. Pero habría sido el edificio de ese gran arquitecto, no Zabalaga, que es un caserío vasco del siglo XVI, con todo lo que simboliza", dirían sus hijos Ignacio y Luis hace unos años en una entrevista.

De esta manera, uno de nuestros artistas más internacionales - Gran Premio Internacional de Escultura en la Bienal de Venecia de 1958 con exposiciones en el Guggenheim de Nueva York o el Martin-Gropius-Bau de Berlín- dejaba a su tierra el legado de toda una vida dedicada al arte.

En Chillida Leku se encuentra, en la actualidad, en corpus más amplio del artista. Solo en los terrenos que rodean el caserío pueden contemplarse cerca de 40 esculturas originales como Buscando la luz I (1997) o Lotura XXXII (1998). Sin embargo, la crisis económica y diversos desencuentros entre sus herederos y las administraciones públicas provocaron el cierre del museo en 2010.

Casi una década después, Chillida Leku vuelve a renacer. Bajo la dirección de Mireia Massagué (anterior directora del Gaudí Exhibition Center de Barcelona), el museo busca convertirse una vez más en el lugar de peregrinaje para descubrir el talento de un artista que hizo de la geometría, su deseo de hacer visible el espacio y los materiales de tradición industrial del País Vasco - como el acero, la madera y el hierro- sus señas de identidad.

"Chillida Leku representa el amor que tenía por su tierra, como él siempre buscó tener un sitio aquí en Guipúzcoa para sus obras. También esa relación tan estrecha que tiene con la naturaleza y la pasión por los materiales con los que trabajó y experimentó: hasta dónde podía llegar el acero, cómo respondía un alabastro, los granitos... El respeto por la naturaleza se respira aquí", señala.

Massagué se muestra optimista con esta segunda oportunidad: "Un museo privado siempre es singular y más en España pero creemos que el modelo sostenible que ha desarrollado el nuevo equipo nos va a hacer llegar muy lejos". Sin grandes cambios en su esencia, la obra y el legado de Chillida, el museo sí ha apostado con fuerza por mejorar las infraestructuras y la experiencia de los usuarios. De esta manera, se han creado servicios de restauración - el Lurra Café liderado por el chef Fede Pacha-, se han renovado la tienda y sus productos, se facilita la compra de entradas por internet o se proporciona a los visitantes información sobre las obras a través de códigos QR gratuitos.

"Uno de los proyectos que nos hacen más ilusión de esta nueva etapa es el archivo personal y la biblioteca. Es una fuente de información muy potente para conocer al artista y estamos viendo la manera de hacerlo accesible al público, invitar a otros artistas y estudiosos y potenciar ese objetivo divulgativo que tiene Chillida Leku como centro del universo de Chillida", añade la directora.

Los hijos del artista también vuelven a sonreir: "De nuevo se va a cumplir el sueño de mis padres: que todas las personas que lo deseen puedan acceder a Chillida Leku y disfrutar de su obra y de este espacio al que tanto tiempo y trabajo dedicó", afirmaba Luis Chillida los días previos a la reinauguración el pasado 17 de abril.

Los Ecos de Chillida

El museo reabre sus puertas con una exposición temporal Eduardo Chillida. Ecos, un recorrido cronológico a través de 90 piezas que abarcan desde finales de los años 40 hasta el final de su carrera. La muestra reúne obra en hierro, granito, alabastro, yeso, papel donde el relieve y el vacío cobran especial importancia y tierra chamota e incluye piezas de museos e instituciones que rara vez han sido expuestas anteriormente como Deseoso (1954, de la Fundación La Caixa) o Del plano oscuro (1956, Fundación ICO depósito Museo Reina Sofía). "También hay una sala dedicada al Peine del Viento, conjunto escultórico declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno y que el Ayuntamiento impulsa ahora para que se convierta Patrimonio de la Humanidad de la Unesco".

Datos prácticos:

Chillida Leku

Barrio Jauregui, 66, Hernani

Entrada anticipada: www.chillidaleku.com


Abierto todos los días excepto martes

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