El plan diseñado por el Gobierno regional y los ayuntamientos de Madrid, Rivas y Coslada para regularizar la situación de la Cañada Real está teniendo efectos colaterales en la capital. El desmantelamiento del sector 6, la zona del asentamiento ilegal donde estaban instalados los principales clanes de la droga, está provocando que los toxicómanos que antes iban allí a comprar sustancias como la cocaína o la heroína se estén desplazando hasta el barrio de Lavapiés, en el distrito Centro, para adquirir los estupefacientes. 

Esta situación fue denunciada por la edil de Ciudadanos Ana Domínguez Soler en la última comisión de Seguridad del Ayuntamiento. Domínguez explicó que las asociaciones y los vecinos están muy preocupados por la ausencia de la Policía Municipal y por el mal funcionamiento de las cámaras debido a que «algunos clanes de la Cañada están campando a sus anchas por el barrio». 

Los vecinos del barrio de Lavapiés confirman a 20minutos que situación se está produciendo desde "hace año y medio", pero matizan algo la situación. "No es que los clanes de la droga de la Cañada Real se hayan instalado en Lavapiés. Lo que está pasando es ha aumentado el número de toxicómanos que vienen al barrio a pillar. Están rehabilitando la Cañada y han buscado otro supermercado. Antes no veías tanto, pero desde hace un año y medio los ves esnifando en plena calle", asegura Manolo Osuna, portavoz de la Asociación de Vecinos La Corrala. Osuna explica además que esta situación está produciendo cierta inseguridad en la zona debido al "incremento de robos en bares y comercios". 

Entre los lugares donde se realiza la compra-venta de la mercancía están la plaza de Tirso de Molina, la plaza de Lavapiés, la plaza Nelson Mandela, la calle del Tribulete o la zona de Cabestreros. "Hay cantidad de lugares públicos, por no hablar de los pisos que estaban vacíos y que se han ocupado para el tráfico de droga", afirma este portavoz vecinal. 

"A partir de las cuatro y media o cinco de la tarde empiezan a aparecer y se meten en los portales de las calles de poco tránsito, como la calle del Oso, para consumir", coinciden varios comerciantes de la zona sobre el modus operandi. Estos propietarios de negocios en la zona, que afirman haber sufrido robos recientemente, señalan además que siempre "van en pequeños grupos de tres o cuatro personas" y que "suelen mostrarse muy agresivos". "No sabemos lo que toman, pero no es marihuana o hachís porque muestran una actitud bastante hostil", añaden.

Bares de la zona también han confirmado la mayor presencia de toxicómanos en los últimos tiempos. "Se les ve de lejos. Alguna vez se han colado por aquí y han intentado meter mano en la caja", comenta el camarero de un local a pocos metros de Tirso de Molina.

Desde la Policía Municipal afirman de manera escueta desconocer esta problemática. "No disponemos de ningún dato, ni tenemos constancia de este tipo de información", indican desde el cuerpo local de seguridad. Tampoco el delegado de Salud, Seguridad y Emergencias, Javier Barbero, se refirió al asunto tras ser interpelado en la citada comisión sobre esta cuestión y otras quejas vecinales relacionadas con la inseguridad.  "Donde se percibe realmente qué es lo que dicen los ciudadanos son en las encuestas de calidad, que lo que dicen es que es una ciudad segura. Esa es la percepción de la mayor parte de los ciudadanos", dijo Barbero.