¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de Valladolid?

Creo que el primer recuerdo que tengo es de los cuatro años, cuando vivía en la calle Paraíso; allí un caballo murió electrocutado delante de mi casa. En ese momento yo creía que estaba dormido y me llamó mucho la atención cómo se lo llevaron.

La mejor banda sonora para disfrutar de la ciudad es...

Soy muy melancólico y veo la ciudad con una sintonía del compositor austriaco Franz Schubert.

Cuando cierra los ojos y piensa en la capital, ve...

El rostro de mi madre cuando era joven y a mis hijos cuando eran pequeños, que me ayudaron a descubrir la ciudad y verla con otros ojos.

¿Qué época del año le sienta mejor a la ciudad?

Sin duda, el otoño, porque la temperatura es muy agradable y la naturaleza tiene un color especial.

¿A qué huele Valladolid?

A castañas asadas, churros y pan recién hechos.

¿A qué sabe?

Me vienen a la mente las ferias, el sabor de las manzanas de caramelo, el algodón dulce...

Ama Valladolid...

Porque es la ciudad de mi vida y en la única que he vivido.

Pero le desquicia...

La especulación que sufrió a finales de los sesenta, que acabó con muchos barrios y construcciones estupendas. Aunque se ha ido recuperando, fue un destrozo irreparable.

¿Qué edificio vallisoletano no se cansa de admirar?

No me canso de admirar el palacio renacentista de Santa Cruz, cada vez que entro en él me sorprende. También me gustan mucho la fachada y el patio de San Gregorio.

Súbase al carro de los tópicos, ¿cómo son los vallisoletanos?

Creo que hay de todo en todas partes. Es cierto que no son demasiado expresivos, pero, a pesar de ello, son generosos, hospitalarios y, por lo general, tolerantes.

¿Quesero o chamizo?

Me gustan más el ciclismo y el fútbol, soy del Real Valladolid.

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