La soberbia tecnológica, si no estás a la última no vales nada

Soberbia, la "hybris" griega, el pecado más grave que podía cometerse en la Antigüedad y que nunca quedaba exento de castigo por parte de los dioses. Ese es nuestro pecado digital del día.

Según una de las acepciones de la RAE, soberbia es la "satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás". En este sentido, no es uno de los pecados que más se prodigan por internet, pero buscando todo se encuentra...

Ahí están, por ejemplo, las redes sociales para guapos, en las que no puede entrar cualquiera. La mayoría de las solicitudes se rechazan. Sólo Venus, Adonis y sus séquitos tienen el privilegio de pertenecer a esas comunidades. ¿Mezclarse con la chusma? ¡Nunca!

Tampoco hace falta navegar mucho por la Red para descubrir blogueros altivos y jactanciosos que hablan sin pudor desde un pedestal de superioridad. Aunque aún más fácil es descubrir individuos saturados de soberbia en los comentarios de bitácoras y medios online, además de en los foros. Ellos lo saben todo, escriben mejor que nadie y nunca se equivocan, están por encima de lo que leen y sólo vale lo que ellos escriben. Por supuesto, siempre desde el anonimato.

El juego en red es también un nido de tipos soberbios y con la autoestima muy por encima del límite que debería ser legal. En juegos como World of Warcraft no faltan los grupos de jugadores (hermandades) que van de superprofesionales y no aceptan a cualquiera. Sus normas son muy estrictas, pero son las mejores, y quien no las acate... ¡a la calle! Estos jugadores suelen hablar con desprecio a los demás y no se molestan en ayudar a los novatos. Es más, a menudo los ignoran.

Otro tipo de soberbios son los que se creen mejores por tener el iPhone antes que nadie o un teléfono móvil de enésima generación. Enseñan orgullosos su superagenda recién adquirida a través de internet a todo el que se les acerca y miran con desdén a aquellos que aún conservan un viejo móvil de esos que no conocen ni los politonos.

Por supuesto, todo lo que decimos aquí lo sabemos por teoría, ya que somos tan perfectos y superiores a los demás que eso de la soberbia se lo dejamos a los mortales.