Están en los buzones, los reparten por la calle, en tiendas, restaurantes e incluso llegan dentro de los paquetes que se compran por internet… los folletos son un elemento de marketing tan habitual en el día a día que verlos en el buzón es tan frecuente como hacerlo en la papelera más cercana. Aunque hay un tipo de ejemplar que, además de salvarse del contenedor, es esperado y deseado: el catálogo de juguetes de Navidad. ¿El motivo? Despierta el interés y capta la curiosidad de su público objetivo, los más pequeños de la casa, generando un deseo de compra.
El éxito de folletos, ‘flyers’, catálogos y demás material impreso de una marca se mide en cuestión de segundos, tiempo en el que el lector (y posible comprador) tarda en decidir si guardarlo para verlo con más detenimiento o tirarlo. En esos escasos segundos el color, el tono, el mensaje e incluso la calidad del papel son determinantes, porque son las únicas herramientas del anunciante para enamorar al posible comprador.
¿Cómo asegurarnos de tener éxito en este paso crucial? Teniendo en cuenta cuatro claves a la hora de diseñar el folleto:
- Define el objetivo. Aunque su función es atraer al consumidor, no es lo mismo un folleto de presentación que se da para conocer una marca que se deposita en un buzón; otro que se deja, por ejemplo, en el mostrador de un establecimiento y es el cliente quien elige cogerlo; o el que se envía de manera personalizada a un cliente que ya conoce la marca. También hay que establecer a quién va dirigido, pues el lenguaje es diferente en función del público objetivo.
- Construye una historia. Incluir mensajes publicitarios sin orden ni conexión aburre al lector. Construir un relato o generar sorpresa e intriga será mucho más efectivo. Eso sí, si se apuesta por esta última opción no hay que olvidarse de incluir información de contacto para que el potencial cliente pueda identificar la marca.
- Busca imágenes que transmitan algo. Un folleto o catálogo cargado de texto puede aburrir a quien lo recibe, por lo que hay que incluir imágenes o recursos gráficos que faciliten la lectura y ayuden a la transmisión del mensaje. Cambiar las tipologías y grafías de las letras también agiliza el mensaje.
- Calidad y detalle. A un folleto o catálogo que se arruga y estropea con facilidad se le presta menos atención. Apostar por un papel de calidad e incluso un formato diferente al convencional puede despertar mayor curiosidad en el lector. La selección de colores también es importante: mejor en mate y con un contraste visualmente agradable. Lo fosforito llama la atención, pero no siempre positivamente.
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