Tres rutas para descubrir la costa española por carretera

Hace años, eran muchos los turistas que asociaban España al concepto de sol y playa. Esta idea imperante ha ido dejando camino, con el paso del tiempo, a multitud de opciones alternativas en las que invertir el tiempo libre dentro de nuestras fronteras.

En este abanico de opciones surge el slow driving; el territorio nacional se presta a él -la belleza de los distintos rincones de España está fuera de duda-, y las posibilidades son prácticamente infinitas.

Te presentamos tres rutas que giran en torno a distintos conceptos. ¿Por qué no seguir los pasos de un artista durante su vida o el avance de un pueblo a lo largo de su historia? ¿Qué tal hacer la ruta en torno a un alimento, una denominación de origen o una especie autóctona? Cualquier excusa es buena para recorrer carreteras y fijarse en cada uno de los rincones. Coge un mapa y un concepto; sumérgete en el slow driving.

Cataluña: arte a pie de playa

Cadaqués
Cadaqués

Cultura y carretera se unen en la Costa Brava, un lugar donde se combinan turismo de playa y naturaleza.

La primera parada de esta ruta del arte es la Casa-Museo Salvador Dalí. El hogar del padre del surrealismo se erige a orillas del mar en Portlligat y es tan excéntrico como su obra. Domicilio y estudio del pintor hasta la muerte de Gala, él impregnó con su estilo cada rincón de la vivienda. Su interior no deja indiferente a nadie.

Tras un paseo por los callejones de Cadaqués, seguimos por la carretera del Alto Ampurdán hasta llegar a la cala Montjoi, en el parque natural del Cabo de Creus, donde podemos darnos un tranquilo baño rodeados de vegetación. Las vistas que nos regala el horizonte continúan hacia Ampuriabrava: la marina residencial más importante de Europa, con 24 kilómetros de canales.

El mar abre paso a la cultura en Figueras con el Teatro-Museo Dalí, donde se encuentra la cripta del artista. Y de la cuna del surrealismo, el camino avanza 800 metros hasta el magnífico castillo de San Fernando, desde donde nos dirigimos al D’Or Museum, una fortaleza reconvertida en restaurante y centro de arte, la joya escondida de la ruta.

Como broche de oro al viaje por la Costa Brava, qué mejor que detenerse en algún enclave de L’Escala, con sus montañas y aguas, o remojarse en la localidad de Montgó.

Blanco y verde en Andalucía

Sin Código Postal
Sin Código Postal

Aldeas tranquilas, de color claro y vida lenta, que discurren por carreteras estrechas desde el centro de Andalucía hasta el mar. La lista de poblaciones que encajan en esa descripción es larguísima, pero la propuesta comienza en uno concreto: Torre Alháquime. Este enclave es perfecto como punto de partida por la historia que guarda, vinculada al paso nazarí que se deja ver en los restos de su muralla.

A algo menos de un cuarto de hora en coche llegamos a Setenil de las Bodegas, popular dentro de la ruta de pueblos blancos. En pleno cañón del río Tejo, cuenta con viviendas situadas bajo el saliente de una roca, donde también se hallan multitud de bares perfectos para disfrutar de la gastronomía local. Su Torreón del Homenaje, datado en el siglo XII, se dedica hoy a mostrar distintas exposiciones itinerantes.

De forma espontánea, la ruta nos sumerge en un pulmón verde. La entrada al Parque Natural Sierra de Grazalema, pasando por el Embalse de Zahara-el-Gastor, nos lleva hasta el pueblo que da nombre a la zona, uno de los imprescindibles del itinerario. Tras disfrutar de Grazalema, escondida entre montañas, las curvas del camino dejan entrever otros pueblos, como Ubrique o Cortes de la Frontera; la ruta de salida de la sierra lleva, rumbo al sur, hasta Júzcar y San Pedro de Alcántara, donde el mar pone el punto final.

Las costas que visten el norte

Cudillero
Cudillero

Todo asturiano que se precie ha llegado a casa empapado tras pasear bajo el orbayu, esa lluvia liviana que moja aunque apenas se perciba. Y es que en Asturias merece la pena discurrir entre costas, acantilados y poblaciones cargados de tradición, aunque sea a merced de la climatología.

La ruta propuesta comienza en Luarca, un pueblo pesquero emplazado entre dos montañas que muestra desde sus alturas una de las mejores estampas del paisaje astur. Un tramo interior nos llevará hasta Cudillero, donde el azul y el verde se combinan con fachadas multicolor y playas como Bocamar, la Concha de Artedo o Campofrío y Aguilar.

Avanzando en paralelo a la costa y cruzando el Nalón, nuestro camino continúa por pueblos como Miranda o Tabaza hasta Viodo. Merece la pena, en este punto, subir hacia esta playa cercana al Cabo de Peñas, el más septentrional del Principado. Otra pausa imprescindible avanzando hacia el este: Ribadesella, famosa por el descenso del río que le da nombre.

Tras degustar una muestra de la gastronomía de la zona, es momento de acercarse a Llanes pasando por las playas que aparezcan en el camino. La Huelga ofrece una de las vistas más inolvidables del Cantábrico, y Gulpiyuri, oculta a 100 metros del mar, demuestra que la naturaleza está cargada de sorpresas.