¿Qué es el 'slow driving'?

"No tienes que saber hacia dónde vas", escribió Wayne Dyer en 1976; "lo importante es estar en el camino". No hay frase que resuma mejor el concepto slow driving: rutas en las que el destino es el final de un viaje que serpentea por vías diversas. Porque lo que importa no es lo que espera una vez terminada la travesía, sino lo que se disfruta en carreteras, normalmente secundarias o nacionales cargadas de historia. Nada de atascos, nada de peajes; como mucho, algún que otro bar de carretera pintoresco y muchas localizaciones que se graban para siempre en la memoria.

Nuestro país está cargado de rutas que dibujan una amalgama de paisajes dignos de admirar. Tú eliges desde dónde descubrirlos: en una agrupación motera; en un coche junto a un amigo o pareja; o en una caravana, autocaravana o camper en una aventura que puede trasladarse a toda la familia y en la que se lleva, literalmente, la casa a cuestas.

Ejemplo de esta forma de viaje son Edu y Rocío, quienes recorren el mundo por carretera acompañados de su perro Cuzco. Ellos son la definición de slow driving y comparten sus aventuras en su blog: Sin Código Postal, donde resuelven dudas para quienes buscan atreverse a dar el paso de disfrutar del camino.

Introducirse en la idea que representa el slow driving es más fácil si, además de contar con un medio de transporte adecuado, se ha definido una ruta de forma previa.

No es cuestión de marcar todas las líneas -de hecho, perderse está más que recomendado-, sino de calcular, en términos generales, la duración del viaje en jornadas, el kilometraje, las paradas principales -con sus respectivos hoteles o alojamientos en caso de que se pernocte en ellas- y las necesidades específicas de la ruta. Del mismo modo, puede ser interesante controlar la disponibilidad de campings y estaciones de servicio, además de la oferta de restaurantes autóctonos. Por último, hay que tener en cuenta el presupuesto previo con el que se cuenta para trazar un plan acorde.

También es importante pensar en los compañeros de viaje ideales: mejor si se comparten gustos, objetivos y número de horas al volante. Dibujar un calendario aproximado antes de echarse a la carretera evitará malentendidos; definir, por ejemplo, si hay problemas de mareos y adecuar las curvas de la ruta en consonancia ayudará a ganar en disfrute y comodidad.

Siempre con precaución

El slow driving lleva implícito el sentimiento de libertad, pero ha de entenderse siempre dentro de la seguridad en la carretera.

La velocidad nunca es una buena aliada, y las rutas propuestas suelen discurrir por caminos algo complicados y marcados por desniveles y curvas -al fin y al cabo, los mejores tesoros siempre están escondidos-. Por ello, es importante primar la precaución y admirar los distintos paisajes sin correr y respetando a otros conductores que puedan cruzarse en nuestra travesía.

Por otro lado, es de vital importancia estar al día tanto de la climatología como de la situación de las carreteras a tiempo real. Cada estación tiene sus pros y contras: en caso de viajar en verano, comprobar las previsiones de tráfico es imprescindible, ya que es la época más dada a posibles retenciones. Si se planea una ruta invernal, hay que vigilar el paso por puertos de montaña y prepararse para diversas condiciones adversas, como nevadas o hielo, que puedan tener lugar durante nuestro camino.

Un mundo por explorar

Quizá uno de los pasos más difíciles antes de iniciarse en el slow driving sea elegir cuál es la ruta perfecta de la que enamorarse.

Los inicios siempre son más fáciles con distancias moderadas -unos 200 kilómetros son más que suficientes- y localizaciones dentro del territorio nacional. Sin embargo, una vez rodados se pueden ampliar las miras a distintas localizaciones internacionales -¿qué te parece probar a conducir por la izquierda en paisajes como los de Escocia o Irlanda?- o a retos que incluyan vías forestales y otros caminos secundarios.

Sea cual sea la decisión, no hay que perder de vista lo importante: descubrir lo inexplorado, disfrutar de cada kilómetro recorrido y enamorarse de la gastronomía, las gentes y los paisajes que brindan las distintas redes de carreteras.