La sierra de Guara, mil y una formas para vivir la comarca del Somontano

  • La comarca del Somontano esconde el territorio aragonés más desconocido.
  • Agrupa a 29 municipios que han logrado reinventarse: turismo, ocio, gartonomía...
La escultura al aire libre Bosque de hierro, del artista oscense Vicente García Plana, se funde con el paisaje de viñedos en las inmediaciones de las bodegas de Enate, a las que da acceso.
La escultura al aire libre Bosque de hierro, del artista oscense Vicente García Plana, se funde con el paisaje de viñedos en las inmediaciones de las bodegas de Enate, a las que da acceso.
BODEGAS ENATE
La escultura al aire libre Bosque de hierro, del artista oscense Vicente García Plana, se funde con el paisaje de viñedos en las inmediaciones de las bodegas de Enate, a las que da acceso.

Corría el año 1988 cuando veía la luz La lluvia amarilla, la novela en la que Julio Llamazares narraba el dramático abandono vivido por los pequeños núcleos poblacionales del pirineo aragonés y avanzaba –cual visionario– una realidad hoy tan presente en la España interior: la despoblación. Un relato de soledad, silencio y abandono al que han sabido plantar cara no muy lejos de allí, en la comarca del Somontano, corazón de la sierra de Guara.

Dice su leyenda que «la esencia y personalidad del Somontano se encuentra en sus pueblos y en las personas que los habitan». Sea como fuere, lo cierto es que los 24. 000 aguerridos vecinos que pueblan esa acogedora tierra (muchos venidos de fuera) han sabido reinventarse para recolocar en el mapa a los 29 municipios que a lo largo de 1.167 km² fusionan para el turista variados e irrenunciables atractivos: historia, cultura, gastronomía, deportes y naturaleza se dan la mano en estos parajes, con frecuencia desconocidos.

Lo sabe bien el alcalde de Alquézar, uno de los «pueblos vivos» referencia indiscutible de la comarca. «Hemos trabajado duro para mantener a la gente en el pueblo, desarrollar empresas y medios de vida», explica orgulloso Mariano Altemir, primer edil de uno de los municipios más bellos de la zona y parada necesaria de aventureros y amantes de la buena mesa. El máximo problema de esta villa medieval no es ahora cómo retener a una población que no deja de crecer, sino cómo habilitar una respuesta habitacional para quienes quieren establecer aquí su residencia permanente.

En Alquézar y sus municipios limítrofes se concentra una de la las maravillas que ofrece la zona: el barranquismo, actividad que conoce bien  Laura Ventura, la presidenta de la Asociación de Empresarios de la Sierra de Guara. «Hay actividades adecuadas para todas las edades y condiciones físicas, desde expertos montañeros a familias que vienen con niños. Siempre se trabaja con guía», explica.

Si la belleza del entorno apabulla ya en las pasarelas del río Vero (aptas para todos los públicos), la pedanía de Rodellar (hoy municipio de Bierge) deja sin aliento al excursionista. Puerta del Parque Natural de la Sierra de Guara esconde entre sus riscos el barranco del Mascún, «una de las rutas más complicadas», explica el experto montañero y exempresario del sector, Paco Lacau. Allí, la roca calcárea espera y desafía a los atrevidos escaladores con altitudes que oscilan entre los 430 y los 2.077 del pico más alto del parque.Pero quienes prefieran no correr riesgos tienen a su disposición el extraordinario conjunto de arte rupestre que en las inmediaciones del Vero ofrece más de 60 abrigos de estas pinturas prehistóricas que pueden recorrerse por libre o con visitas guiadas.

Quienes decidan darle una oportunidad a la comarca no deben dejar de adentrarse en los que antaño tuvieron vida propia, con santo y seña de conjuros y desparramados por ambas vertientes de la sierra: los pueblos perdidos. A través de antiguos senderos y ermitas históricas esperan pacientes al viajero enclaves como Otín. Luego, ya más allá: Letosa, Bagüeste o Nasarre, hoy sin huellas.

El enoturismo

A la belleza del entorno hay que sumar otra de las grandes bazas que para el viajero encierra el Somontano: su vino, un caldo propio con Denominación de Origen (DO) entorno al que se aglutinan 32 bodegas que han hecho del enoturismo una gran oportunidad. El viajero podrá sumar a su estancia en la comarca la experiencia de recorrer alguna de ellas que ofrecen degustación de caldos, visitas guiadas e, incluso, experiencias artísticas: en 1992, Enate inauguró una colección de arte –abierta al público– que alberga, entre otras, obras de Antonio Saura, Antoni Tapies o Eduardo Chillida. Arte en estado puro que se descubre también entre viñedos. Y algo más retirados esperan extensos olivares,  plantaciones de tomate rosa y esparragales que hablan –mucho y bien– de la tradición agraria y gastronómica de la zona con productos de proximidad.

Naturaleza, cultura, arte, gastronomía... no hay excusa para dejar pasar una escapada a la Sierra de Guara ahora que llega la Semana Santa. Aunque el destino es apetecible, igualmente, en cualquier momento fuera de temporada. Solo hay que proponérselo. Además, quienes prefieran el turismo de capitales para su viaje, encontrarán también dónde saciar su sed. Barbastro, capital de comarca, esconde un interesante museo diocesano y una majestuosa catedral gótica. No lejos de allí, Huesca, capital de la provincia, invita a un paseo sosegado por sus plazas, su universidad y su catedral además de descubrir uno de los pocos negocios centenarios que perduran en el país: ultramarinos La Confianza.

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