«Ya no hace falta, alcalde; ya déjelo». Es el lamento de Inma Cosgaya. Su padre y su madre, ambos de 82 años, han muerto mientras esperaban que el Ayuntamiento de Barakaldo les concediera una cita para solicitar asistencia domiciliaria.

Los dos miembros del matrimonio estaban enfermos. La mujer arrastraba durante año y medio una enfermedad terminal de colon. Además, le habían aparecido bultos cancerígenos en las ingles. El marido sufrió un repentino tumor cerebral. El mal estado de salud del matrimonio, residente en Barakaldo, impedía que pudieran valerse por sí mismos.

Desesperada, su hija, Inma Cosgaya, acudió el pasado 4 de diciembre de 2004 a la casa de cultura de Cruces para hablar con la trabajadora social. Sus padres requerían asistencia domiciliaria inmediata. Imposible. Un trabajador municipal atendió a Inma en el vestíbulo y le dijo que hasta el 5 de febrero de 2008 no podrían darle cita.

Cita para ser atendida, no para conceder la ayuda. «Imposible antes. Tenemos otras cosas que hacer», escuchó Inma de la boca del trabajador municipal.

No hubo lugar para la cita. El 5 de enero murió su madre y el 15 de enero el padre. Inma protesta «por la total falta de atención y sensibilidad» del Ayuntamiento.

«Han fallecido dos personas creyendo que su Ayuntamiento no ha querido o no ha sabido hacer nada por ellos», censura la hija de los fallecidos. Ella lamenta la ausencia de respuesta institucional «incluso en lo más esencial».

Sistema colapsado

La Ley de Dependencia tuvo un impacto mediático redondo, pero tiene problemas. En teoría, gracias a esta ley, toda persona dependiente (discapacitada física o psíquica) tiene derecho a recibir una subvención de la Diputación para pagarse un asistente personal, ir a una residencia o dar un sueldo al familiar que le cuida.

Pero unas 4.500 solicitudes de dependientes están bloqueadas en Vizcaya. Del 25 de mayo al 31 de diciembre de 2007 la Diputación recibió 13.494 peticiones. El sistema se colapsó. Las citas se dilatan, las resoluciones no llegan...