Todas superaron hace tiempo la temida barrera de los 50 pero ni siquiera aparentan la edad que tienen. A golpe de bisturí o pactando con el diablo, una espléndida quinta de famosas ha madurado ante las cámaras y se conservan mucho mejor que algunas con 20 años menos. Uno de nuestros lectores ha creado una lista en 20minutos.es para votar por la madurita que mejor se conserva.

Bella y feliz luce Carmen Martínez Bordiú, quien acaba de cumplir 57 años, y parece conocer el secreto de la eterna juventud. Quizás la clave esté en que logró conquistar el corazón de José Campos, un empresario cántabro mucho más joven que ella.

Su carrera no se ha visto limitada por la edad y representan el glamour de la vieja escuela. Sofía Loren, Ornella Muti o Claudia Cardinale son un claro exponente de ‘abuelas eróticas´, que a pesar del paso de los años, siguen conservando un físico envidiable.

La irrepetible Concha Velasco ha ganado con la madurez y se muestra espléndida a los 68 años. Lo mismo que la polémica vedette Bárbara Rey que apareció en cueros, cuando tenía 56 años, a lo largo de 12 páginas de Interviú al más puro estilo destape.

Desnuda y sin reparos también posó, pero para un calendario benéfico, la presentadora Ana Rosa Quintana, quien está viviendo su segunda juventud. No sólo repitió con 48 años la experiencia de ser madre sino que se siente en su plenitud, incluso en el terreno sexual, como ya comentó durante una entrevista concedida a 20 minutos. "El sexo a mi edad se disfruta estupendamente, igual que a los 20 años ó a los 30. No es una cuestión de físico, sino de cabeza", explicaba la periodista.

Atractivas sin importar la edad

El tiempo parece haberse detenido también con actrices como Susan Sarandon, Glenn Close, Jessica Lange o Jane Fonda que han decidido ´rebelarse´ y aparentar 20 años menos de los que en realidad tienen. De hecho Fonda, se ha propuesto demostrar que los atractivos y el sexo mejoran con la edad. Otra que se mantiene estupenda, a pesar de tener 54 primaveras, es la estadounidense Kim Basinger, un mito erótico durante los años ochenta que vio como su espectacular físico se convirtió en su salvoconducto para el mundo de la interpretación.