"Cerrar la escuela a las familias es pensar en la comodidad de los profes; abrirla es pensar en los chicos"

Una sesión de grupos interactivos, en los que los padres ayudan en el aula, en el colegio Miguel Hernández de Getafe.
Una sesión de grupos interactivos, en los que los padres ayudan en el aula, en el colegio Miguel Hernández de Getafe.
ELENA BUENAVISTA
Una sesión de grupos interactivos, en los que los padres ayudan en el aula, en el colegio Miguel Hernández de Getafe.

Los maestros quieren contar con la colaboración de las familias. Es la conclusión más clara del primer Estudio sobre la percepción de los educadores en torno al rol de madres y padres en la educación elaborado por Fundación SM y Gestionando hijos. Nada menos que al 80% de los profesionales de la educación les gustaría que las familias trabajasen en equipo con ellos.

Es más, el 96% creen que el mejor desarrollo de los alumnos viene dado cuando los centros escolares y las familias se coordinan y un 69,3% afirma que el interés de los padres en la educación de sus hijos condiciona sus resultados académicos, aunque apenas un 9,2% están de acuerdo con que los padres actuales tienen interés en desarrollarse como educadores.

Los resultados proceden de una encuesta realizada por correo electrónico a más de 400 directores y jefes de estudios de diferentes instituciones educativas de toda España entre enero y marzo de 2018. La mayoría de centros públicos (75,1%) y entorno urbano (57%). Una encuesta que Leo Farache, director de Gestionando Hijos, confiesa que nace del "mal rollito" que encontraron en redes sociales entre padres y profesores.  "Nos llamaba la atención que ocurriera con tanta frecuencia y en ocasiones con tanta virulencia con un asunto tan serio como es la educación. Nos parecía que era una disfunción social. Que dos personas que tienen un objetivo en común se critiquen no tiene mucho sentido".

Los datos arrojados por la encuesta contradicen a priori esa impresión existente entre muchas familias de que los docentes no quieren a los padres entrometiéndose en lo que sucede en el colegio, que prefieren que escuela y hogar sean mundos estancos para desarrollar tranquilos su trabajo. A priori, porque no se aclara qué es lo que los docentes encuestados tienen en mente cuando se muestran partidarios de la participación de los padres.

Es posible que estén pensando en centros escolares en los que los padres se limiten a entregar puntualmente a los niños en la puerta, acudir a las tutorías que proceda y a las reuniones de grupo y aplaudir en las funciones escolares que han ayudado a organizar.

Hay centros educativos, en cambio, en los que la participación es mucho mayor. Es el caso, por ejemplo, del colegio público Miguel Hernández de Getafe, que tiene una filosofía de puertas abiertas. Su consejo escolar es paritario y siguen dando un papel decisorio a las familias, aunque no estén obligados a ello. Es un colegio dónde los padres que pueden organizarse para dedicar un poco de tiempo, incluso entran en las aulas con regularidad para ayudar a los docentes en su día a día.

¿Por qué abrir el colegio a los padres?

¿Qué ventajas tiene? Alfredo Fernández, director de este centro del sur de Madrid, explica que "desde el punto de vista más práctico, es la mejor manera de que las familias sepan lo que hacemos con los chicos y vayamos todos en la misma línea. Garantiza la transparencia de lo que ocurre en el centro, que parece que a veces tenemos algo que ocultar en los colegios con vallas súper altas. Yo he estado en centros en los que te obligaban a trabajar con los chicos con la puerta cerrada como si tuvieras algo que esconder, con un área pintada en el suelo que los padres no pueden cruzar. Y aparte de la transparencia, a nivel más practico todavía, con la participación activa de las familias podemos ofrecerles cosas a los chicos que de otra manera no podríamos hacer".

Engarzada con esa última afirmación está el proyecto más novedoso en el que se han embarcado desde el curso pasado; es lo que llaman "grupos interactivos". ¿Cómo colaboran los padres codo con codo con los maestros en estos grupos?. "Trabajan en pequeños grupos con los chicos en clase", explica Fernández, " hay un referente adulto, que puede ser una madre, una abuela o un tío, dirigiendo, orientando y acompañando el trabajo de grupo. Y se está haciendo un trabajo curricular, que es la parte más novedosa, lo que más puede chocar. Todo coordinado y supervisado por el tutor. Con una participación total de las familias, a las que hacemos un formación previa".

Un padre trabajando contenidos curriculares en horario lectivo en el colegio Miguel Hernández de Getafe.
Un padre trabajando contenidos curriculares en horario lectivo en el colegio Miguel Hernández de Getafe.

Un padre trabajando contenidos curriculares en horario lectivo en el colegio Miguel Hernández de Getafe. (ELENA BUENAVISTA)

Si no se pueden bajar las ratios, una reivindicación constante del profesorado, siempre se pueden incrementar las manos, parece la deducción obvia. "No es mano de obra gratuita, es implicar a las familias en los procesos del cole, se da un salto cualitativo", defiende el director, "las familias participan de todo el proceso, programación, ejecución y evaluación y en el desarrollo de la clase".

A Alfredo Fernández le chocan los resultados de la encuesta presentada en enero: "me ha sorprendido. No creo que haya un 80% de colegios abiertos a la participación de las familias. Habría que definir la participación, porque si somos un poco más exigentes y la definimos de una forma más completa y compleja el porcentaje creo que sería a la inversa".

"Lo mejor es que los padres estén lo más lejos posible de las aulas"

Pedro Pereda es profesor de FP en un instituto del sur del Madrid. Este docente entiende que "dependiendo de los padres, podría ser buena cosa que colaborasen sin interrumpir la marcha del aula", sobre todo si ayudan "a otros alumnos que no son su hijo, así se darán cuenta de que educar no es tan fácil como creen". Apunta también como ejemplo de participación positiva que tiene un alumno cuyo padre es experto en seguridad informática y va a acudir a dar una charla. Tiene en marcha un proyecto educativo con un compañero "para que el barrio se integre dentro del instituto, intentando que las asociaciones del distrito colaboren y que se organice un ocio alternativo".  No obstante, sostiene sin dudarlo que "yo estaría en ese otro 20%. Lo mejor es que los padres estén lo más lejos posible de las aulas".

"Cuando tienes un alumno con problemas, suele suceder que el problema viene también de la familia, que lo único que hace es complicarte la vida a ti, al niño y a todo el mundo. Se montan líos por cosas absurdas con la que se pierde mucho tiempo", asegura insistiendo en que habla desde su experiencia de quince años como docente y como padre. "Creo que los padres tendemos a idealizar a nuestros hijos y pensamos que somos infalibles como educadores. Y ser infalible es imposible, como padre y como profe. Hay además una hiperprotección excesiva".

Leo Farache cree que tras la renuencia de muchos docentes a abrir sus aulas a las familias está el hecho de que "tal vez tienen reciente alguna experiencia mala con una familia y es lo que les viene a la mente. Y, efectivamente, otros profesores consideran que su trabajo no debe ser cuestionado. Afortunadamente la enorme mayoría sabe que trabajando en equipo con las madres y padres van a obtener un mejor resultado".

Alfredo Fernández coincide en que "es verdad que implica conflictos, pero eso no significa que no haya que caminar juntos", también supone "complicarnos la vida. Se podría vivir mejor", pero defiende que dar la oportunidad a las familias de entrar en los centros "es mucho más efectivo". "Al final todo esto es pensando en los chicos. Cerrar la escuela a las familias es pensar en los profes, en estar más cómodos, que no haya problemas y nadie me mire y me pueda juzgar. Y abrir las puertas no es por las familias, es porque los beneficiados con los chicos".

"Supone un esfuerzo, pero si tienes tu casa abierta a que la gente vea lo que hay y le gusta, trabaja y te obliga a estar en continua revisión, haciendo planteamientos nuevos. Si tienes tu casa cerrada, como solo sé yo lo que sucede, pues no pasa nada.Como en todos lados siempre hay gente que es muy pesada, pero son los menos. Y siendo asertivo y cuidadoso la gente termina respetando. Lo que más suele sorprender a los nuevos profesores que llegan al colegio es que las familias son muy respetuosas con la apertura del centro".

Reconoce que también que al principio cuesta con esos maestros que llegan de nuevas al colegio y se encuentran "que van a tener a madres en clase mientras están trabajando", "les da pudor, lo primero que piensan es que van a estar juzgados y cuestionados. Nuestra experiencia es que se pasa pronto del recelo y del miedo al enamoramiento".

Los habrá que opinen que en un colegio que abarca únicamente Infantil y Primaria es más sencillo que en ciclos superiores. Fernández disiente: "No creo que haya más dificultad cuando son chicos mayores, lo que creo es que hay más voluntad. No creo que sea especialmente difícil en Secundaria, conozco centros así trabajando también los grupos interactivos, pero te complica más trabajar con otros que trabajar solos".

Los padres que quieren, pero no pueden

Leo Farache apunta como la segunda conclusión más llamativa del estudio "la llamada de atención a las empresas" para que faciliten esa colaboración, con un 95,8% de los educadores a favor. "En estos tiempos que todos asumimos que vamos corriendo como locos de un lado para otro, las empresas tienen también una responsabilidad importante para facilitar la relación entre las familias y la escuela".

"La conciliacion familiar y laboral es un problema importante. La conciliación es poder participar activamente de la vida de tu hijos, que pasan más tiempo en el colegio que en casa. Los padres querrían participar más, pero laboralmente no pueden", afirma el director del Miguel Hernández. "Aquí hay posibilidades de participación para todos los gustos, pero si te pones a contar a la gente que participa de forma activa es poca. Hay gente que querría participar y sus horarios no le dan". Y se sigue dando que la mayoría de los que participan, son madres. "Tiene mucho que ver con quién trabaja fuera".

Farache concluye con una recomendación para las familias y para los docentes. A los primeros les pide que sean "generosos con sus colegio, con los profesores". Y a los segundos "les animaría a aplicar lo que dicen de que no debe etiquetar a los alumnos y que no etiqueten a las familias. En todos los colegios hay madres y padres deseando colaborar, pues que se apoyen en ellos, igual que las marcas o las empresas se apoyan en sus mejores clientes para transmitir una buena disposición. Que descubran dónde están esas madres y padres, que van a descubrir que son muchos, más de los que piensan, que trabajen junto con ellos y serán los que les ayuden a facilitar la tarea de relacionarse con otras familias".

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